La industria de la alimentación es tan antigua como nuestro sedentarismo. Su importancia es vital en todo momento, pero en tiempos de complejos, como los que cruzamos actualmente, es bien patente que el sector es determinante para la sociedad. Pese a lo que se podría pensar en un primer momento, existen muchas innovaciones que los profesionales de la producción de alimentos aún no han integrado en su modo de operación.
Históricamente los negocios asociados a este mercado se han basado en principios tradicionales, pero todo eso está cambiando ahora. Nos encontramos sumidos en una revolución de la industria alimentaria, y la transformación que esta está experimentando se basa de forma principal en la tecnología y en la innovación científica.
Tanto es así que se celebran convenciones, congresos y otras reuniones estratégicas que versan sobre el rumbo que está tomando el sector. Entre estas conferencias se encuentra la Forbes AgTech Summit, celebrada en la ciudad de Indianápolis (Indiana, EE. UU.). Allí se desvelaron los cinco puntos más importantes que están afectando a la industria de la alimentación en estos momentos.
La sostenibilidad está en boga, pero en los próximos años, según se vayan endureciendo los fenómenos meteorológicos adversos y las consecuencias del descontrol climático antropogénico, ese concepto, vago en ocasiones, pasará a ser una exigencia del consumidor. De acuerdo con encuestas recientes de Deliveroo y TheFork, el auge de la comida atañe en torno un cuarto de la clientela en la hostelería. Por este motivo el sector primario se apresura para explorar nuevas metodologías agrícolas, como puedan ser los cultivos regenerativos.
Los cultivos regenerativos se basan en la conservación del suelo de forma que los cultivos sean sostenibles a largo plazo. Para ello se rotan cultivos, se dan preferencia a los cereales, se permite la existencia de vegetación ruderal beneficiosa, y se descartan los fertilizantes químicos en pos de aquellos obtenidos localmente en granjas, como pueda ser el estiércol procedente de ganaderías ecológicas. Todo esto se realiza con un único objetivo en mente, conservar el suelo para no agotar los recursos, pero además, cambiar el estilo de producción permite combatir contra el cambio climático; no podemos olvidar que la industria agrícola emite un 33% de las emisiones de gases de efecto invernadero totales.
De especial importancia es la rotación de cultivos, una práctica muy arraigada en aquellas zonas donde tradicionalmente se ha practicado el minifundismo de autoconsumo, pero que parecía haber sido olvidado por los latifundistas amantes del monocultivo. La rotación de cultivos favorece que la microbiota edafológica se mantenga diversa, lo cual ayuda a las plantas a fijar de forma más eficiente los nutrientes existentes en el suelo, que además serán abundantes en todo momento porque cada planta tiene unos requerimientos nutritivos diferentes, y por ello agotar los minerales y compuestos orgánicos del suelo es menos probable.
Esto nos lleva a otra de las innovaciones que se están haciendo en el mundo de la agricultura. Se trata de la mejora de las cepas de bacterias que habitan el enraizado de las plantas. Muchas de estas bacterias beneficiosas tienen una relación simbiótica con las plantas, facilitando el crecimiento y la buena salud de estas. Esto, a su vez, tiene un claro efecto en el rendimiento de los negocios agroalimentarios: las cosechas son más copiosas con una microbiota en buen estado.
Entre las líneas de trabajo que se están investigando en este frente están la modificación genética mediante bioingeniería para conseguir bacterias que puedan segregar más nutrientes, antifúngicos o coberturas protectoras contra depredadores naturales. Hay empresas de gran calibre invirtiendo en este sector, un caso digno de mención es el de la gigante Bayer. Aparte de estas, toda una plétora de pequeñas start-ups luchan por hacerse un hueco en este interesante nicho.
Otro segmento que está creciendo a gran velocidad en los últimos años es el de los productos de origen vegetal que sustituyen a los derivados animales; o lo que es lo mismo, los sustitutos veganos. Se pronostica que este mercado siga aumentando a corto y medio plazo, no solo a razón del mayor interés que la protección de los derechos animales y su bienestar suscita entre la población, sino también porque las opciones veganas tienen un menor impacto ambiental en nuestro ya marchito planeta.
El movimiento vegano continuará en ascenso durante los próximos años y junto a él toda la industria que lo abastece. Algunas empresas emergentes están liderando el mercado. En 2019 Impossible Foods daba muestras de su robustez teniendo que enfrentarse a una demanda que superaba su producción, y otras compañías afines como Beyond Meat siguen su estela de cerca.
Las opciones veganas no solo han llegado a selectos restaurantes veganos, ahora las tiendas de alimentación, a menudo en su sección de dietética, cuentan con numerosos productos aptos para seguir la filosofía vegana, y muchos de ellos son producidos por empresas como Kraft Foods, Smithfield, JBS, Nestlé… De hecho, se estima que la mitad de los gigantes de la alimentación han realizando inversiones millonarias en esta dirección durante el pasado 2020.
Pero que el veganismo esté en auge no quiere decir que la ganadería, las granjas avícolas, la cunicultura y otras actividades basadas en la cría de animales para carne vayan a desaparecer por completo, parece que el flexitarianismo tiene mayor probabilidad de inculcarse a la población más reticente a abandonar viejas costumbres. Por eso, otros de los avances de la industria alimentaria tiene que ver, justamente, con el bienestar animal.
Que los animales enfermen es la pesadilla de cualquier granjero que se precie, por eso la promesa de una mejor monitorización y actuación gracias a la tecnología genera mucho interés en este gremio. Nuevos sensores que alertan de comportamientos dañinos entre los animales o pruebas automáticas de diagnóstico permiten minimizar las muertes en las granjas, haciendo que las instalaciones sean más humanas, pero también más eficientes desde un punto de vista puramente económico.
Finalmente, y como avanzábamos en la introducción, el sector agroalimentario se ha caracterizado desde siempre por el trabajo tradicional. Es necesario que eso cambie, y por ende una de las innovaciones con mayor poder disruptivo en este sector es la formación del personal dedicado a estas actividades.
Esa formación se centra en aprender a manejar nuevas tecnologías, comprender los procesos que tienen lugar en las granjas de un modo más profundo y ayudar a que los más jóvenes se integren a un sector cuya demografía está desbalanceada hacia edades tardías. Durante los próximos años veremos cómo estos cinco vehículos de innovación cambian por completo el panorama de nuestras explotaciones ganaderas y cultivos.