¿Quién dijo que un restaurante tenía que estar en el paseo principal o en el centro turístico de una ciudad? ¿O que era necesario un local luminoso y amplio para alojar a todos los comensales interesados en probar la oferta gastronómica de turno? Eso ya es historia. Ahora la imaginación inagotable de los hosteleros nos lleva hasta habitaciones de residencias universitarias, cementerios o volcanes.
El restaurante de moda en Nueva York está en una habitación de una residencia universitaria
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Pith (Nueva York)
Una habitación de la residencia universitaria Hogan Hall aloja uno de los restaurantes más exclusivos de Nueva York. Como lo lees. En la ciudad que nunca duerme se encuentra Pith, un club de cena más que un restaurante, o eso es lo que dice el estudiante de la Universidad de Columbia y dueño del negocio Jonah Reider. Cansado del menú estudiantil a base de pasta y pizza, se montó en su cuarto su propia cocina en la que ofrece ocho platos de la dieta mediterránea a un precio de entre 10 y 20 dólares.
Ya le han echado el ojo medios de relevancia mundial como el New York Post o el Daily Mail, catalogado por ambos como uno de los restaurantes más trendy de la Gran Manzana. Reider ha sido el primer sorprendido por el éxito de su proyecto, que ya agota las reservas a través de su página en Yelp!
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New Lucky Restaurant (India)
¿Te imaginas comer en el más allá? Tranquilos, no hay que morirse para ello, no queremos ser agoreros. Simplemente hay que viajar a Ahmedabad, en la India, para disfrutar de una experiencia única en el restaurante New Lucky -¿ironía?- localizado en un antiguo cementerio musulmán de más de cuatro siglos de antigüedad. Las tumbas se encuentran repartidas por todo el establecimiento y lucen un verde intenso que, según su propietario Krishnan Kutti, trae buena suerte a quien se acerca. Seguramente Kutti esté en lo cierto, puesto que su negocio se ha vuelto muy popular entre jóvenes y adultos.
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Naha Harbor Diner (Japón)
En la capital de la isla japonesa de Okinawa se encuentra el Naha Harbor Diner, un restaurante en una casa árbol. En lo más alto de un Gajumaru, una especie típica de Asia, se encuentra este local con forma de casa, comedor para unos 50 comensales y una carta repleta de alimentos saludables de la zona. Los precios son económicos: por unos 17 euros por cabeza uno puede comer en familia y revivir su infancia al mismo tiempo.
Lo cierto es que el árbol no es real, sino que es una estructura artificial de unos 6 metros de altura con un ancho tronco que sirve de acceso al restaurante, arriba en las ramas. La aventura está en encontrar a los Kijimunapor el camino, unas pequeñas criaturas que según la leyenda solo pueden ver los niños de corazón puro.
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Muru Pop Down (Finlandia)
En la localidad finlandesa de Tytyri se encuentra el Muru Pop Down, un restaurante situado en una mina a 80 metros bajo tierra. Incluso, si eres de espíritu aventurero, podrás llegar a descender hasta 300 metros, hasta donde tu valentía y el personal te permitan. Su decoración pop da un toque de intimismo a una ubicación ya de por sí única y aunque una vez dentro sea obligatorio el uso de un casco protector, el lugar es totalmente seguro. Y si hablamos de la oferta gastronómica, por aproximadamente 130 euros puedes disfrutar de la cocina típica del país y de un excelente servicio.
En Lanzarote, el restaurante El Diablo asa los alimentos al calor que sale del subsuelo del Timanfaya
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El Diablo (España)
Para terminar este itinerario por los restaurantes ubicados en los rincones más extraños, volvemos a nuestro país porque en territorio patrio tenemos otro curioso concepto: cocinar en las entrañas de la Tierra. En la isla canaria de Lanzarote se encuentra el restaurante El Diablo, un asador que aprovecha el calor que sale de las profundidades del Timanfaya, en concreto del conocido como pozo del diablo, para preparar los alimentos que se sirven.
Esto solo es una pequeña muestra de las localizaciones menos convencionales para un restaurante. No olvidemos el proyecto Dinner Lab, un comedor urbano itinerante alojado en naves industriales, puertos o almacenes abandonados. O aquellos restaurantes con las mejores vistas del mundo en el interior de una cueva o un acuario.