Con la creciente adopción de soluciones digitales en el sector de la restauración, la satisfacción del consumidor no es lo único que ha aumentado. Por desgracia las nuevas herramientas tecnológicas también ponen en entredicho la seguridad y correcto devenir del negocio al abrir caminos que los criminales pueden aprovechar para cometer fraudes y que previamente eran inexistentes.
Son sonados los casos de vulneración de privacidad de los clientes a grandes franquicias de la restauración organizada. Los hemos tratado anteriormente en varias ocasiones. Pero sería un grave error considerar que los pequeños locales independientes están exentos de caer víctimas de las actividades delictivas de los hackers.
Esta idea suele calar entre los propietarios de pequeños establecimientos de restauración al considerar que se requiere mucho esfuerzo para abrir una brecha en un local, pero esta concepción parte de un error de base.
Una vez que los hackers han detectado un eslabón débil en la cadena de seguridad, lo único que tienen que hacer es programar crawlers que barran la red en busca de negocios que dispongan de ese eslabón dañado, automatizar el ataque mediante un script y ejecutar el hackeo en cada uno de los objetivos sin que se requiera un esfuerzo adicional significativo.
De ahí la importancia de garantizar que cada herramienta digital empleada sea completamente segura: TPV, servicios de reseñas, kioscos interactivos, plataformas de reservas, programas de fidelización online… Todos ellos son especialmente susceptibles.
Los datos son preocupantes y los negocios de restauración han de actuar en consecuencia. La compañía de prevención del fraude en los comercios electrónicos Forter ha indicado en un informe reciente que los hackeos a restaurantes han aumentado un 60% durante el último año.
El aumento del número de transacciones digitales tiene mucho que ver, pero no se puede obviar el hecho de que, en la carrera armamentística que libran los delincuentes virtuales y los especialistas en medidas antifraude, los primeros llevan la delantera.
En este sentido, algunos de los problemas a los que se enfrentan los propietarios son:
- Pruebas de tarjeta y cartera. Un test realizado por los ladrones de tarjetas de crédito para comprobar si las tarjetas se pueden utilizar para realizar pagos de mayor importe sin levantar sospechas. Suelen derivar en cobros disputados y recargos adicionales.
- Picaresca cotidiana al hacer uso de cupones, descuentos y recompensas improcedentes. Pude tratarse de la acumulación de cupones incorrectamente redactados, transferencia de bonificaciones entre personas y actuaciones similares.
- Brechas de seguridad y fugas de datos privados. La consecuencia más directa es la pérdida de confianza de la clientela, pero los hackers pueden decidir vender esta información al mejor postor, incluidos competidores directos con pocos escrúpulos.
Las medidas preventivas que se pueden poner en funcionamiento para evitar estos hackeos a restaurantes y mantener la seguridad en el local son muchas. Una de las más modernas es la que ofrece Forter.
Se trata de un sistema de alerta basado en la monitorización de píxeles en el navegador del usuario. Esta metodología permite distinguir los clientes normales de aquellos programadores que están buscando una vulnerabilidad en el sistema. Se detiene así el ataque antes de que haya habido ocasión siquiera de que se iniciara.
Esta es la solución con la que Forter redujo en un 90% los cobros disputados sospechosos en la cadena de restaurantes casuales TGI Fridays, franquicia estadounidense con 992 establecimientos. No tan extrema, pero igualmente significativa, fue la mejora percibida en delivery.com, donde los cobros disputados se redujeron en un 69%.
Con las transacciones digitales cobrando mayor relevancia a cada momento, desde Forter son claros en lo que no hay que hacer: ignorar el problema.