La norma básica para no contraer la COVID19 es evitar interacciones entre personas. Solo así podemos garantizar que el virus no se transmite de uno a otro. Por tanto, conceptos como el distanciamiento social, que a comienzos del presente 2020 nos sonaban a chino, ahora forma parte de nuestro vocabulario habitual.
El distanciamiento social ha trascendido más allá de los medios de comunicación y de las recomendaciones realizadas por los organismos que velan por la salud pública. Es previsible que tengamos que convivir con el SARS-CoV-2 durante varios años, y por ende los negocios se han puesto manos a la obra para poder operar con seguridad en este desconcertante intervalo, siempre con el objetivo de seguir ofreciendo sus servicios a los clientes que lo soliciten.
Esta es una cuestión complicada, especialmente en aquellos establecimientos donde el distanciamiento social choca de manera frontal con el comportamiento de los visitantes. Los restaurantes y bares son un ejemplo clásico, pues aparte de las consumiciones, entre sus paredes tienen también lugar interacciones humanas de todo tipo, incluidas aquellas que se realizan con una proximidad hoy en día considerada de alto riesgo.
Además, no toda la población está concienciada por igual. Mientras que algunos de nuestros conciudadanos cumplen a rajatabla todos los consejos emitidos por la administración, hay quienes se rehúsan por diversos motivos. Cuando una de estas personas que se rebelan contra el bienestar común entra en un negocio, pasa a ser responsabilidad del gerente que se hagan cumplir las leyes vigentes, para salvaguardar la salud de los demás.
Como bien han señalado algunos restauradores de nuestro sector, esto puede causar fricciones con los comensales. En las últimas semanas hemos sido testigos de expulsiones, advertencias, llamadas a la policía para imponer el orden e incluso multas multitudinarias, y un largo etcétera. Estas acciones pueden repercutir de forma negativa en las relaciones entre el profesional y el consumidor, por lo que muchas veces el empresario prefiere no intervenir, y al obrar así tácitamente está contribuyendo a la expansión del coronavirus, la llegada de una segunda ola y el pertinente confinamiento en la que esta derivaría.
Para dar respuesta a las reticencias de los profesionales de los restaurantes, en otros países se han puesto manos a la obra para automatizar el control sobre los comportamientos perniciosos que tienen lugar en el local. Es el caso de Finlandia, donde el pasado mes de junio abrió el primer restaurante del mundo con un sistema de control de colas y distanciamiento social basado completamente en tecnología de última generación.
El restaurante en cuestión es el Apteekkari. Se trata una vinería en boga donde además de los mejores caldos se pueden disfrutar otras bebidas alcohólicas de gran calidad, como champanes y similares. Situado en el centro de la ciudad de Kuopio, este peculiar local es regentado por la empresa Osuuskaupan PeeÄssän que opera en toda la región de Savonia. Ahora, el Apteekkari tiene un nuevo elemento en su interior, un complejo aparato que monitoriza la afluencia al local, el movimiento dentro de este y la proximidad entre las personas que se dan cita allí.
Se trata de una máquina conocida como PeopleCount, una novedad desarrollada por la marca holandesa Philips Professional Display Solutions. La herramienta permite al gerente del restaurante establecer unos límites que se adapten a la normativa en vigor, y la pantalla gigante del aparato, normalmente orientada al público, muestra el status del restaurante en todo momento y emite advertencias si es necesario. De esta forma, el restaurador no se ve obligado a comunicar dichas advertencias en persona, por lo que la fricción con el cliente es menor y la experiencia de usuario mejora en comparación a otros establecimientos donde la máquina no está en uso.
El funcionamiento del sistema PeopleCount no es demasiado complejo, pero sí supone una aplicación inteligente e inventiva de la tecnología preexistente en estos tiempos difíciles causados por la crisis del coronavirus. El aparato funciona a base de un sistema operativo Android sobre el que se instala la aplicación y controladores diseñados por Philips Professional Display Solutions. El código recibe e interpreta la información procedente de una red de cámaras inteligentes instaladas de manera estratégica por el establecimiento, y en base a la lógica empleada, emite las ya mencionadas advertencias, ya sea directamente a los usuarios, caso en el que no hay interacción con la plantilla del restaurante, o bien a la persona encargada del control de la entrada y salida del local, si es que lo hubiera.
Además, el equipo se complementa con varias pantalla, con diferentes tamaños disponibles (alcanzando las 49 pulgadas en el modelo de mayor tamaño). Gracias a ellas la información actualizada en tiempo real será visible desde cualquier parte del comedor, de forma que los comensales se sentirán tranquilos al saber que las normas de aforo limitado y distanciamiento social se están cumpliendo sin paliativos en todo momento.
La solución no solo está en uso en Finlandia. El Apteekkari es solo uno de los muchos restaurantes donde el sistema ya está en uso. Se tiene noticia de que también se han vendido modelos PeopleCount a negocios del sector en Países Bajos e incluso en España, aunque sus experiencias no han trascendido en los medios. En nuestro país, EET Europarts es uno de los distribuidores oficiales de Philips PDS y desde hace ya semanas se puede adquirir el aparato a través de ellos.
Una de las mayores fortalezas del PeopleCount es su robustez y fiabilidad. Está diseñado teniendo en consideración un uso prolongado y continuado, habitual en los restaurantes, bares y locales de ocio donde se sirven comidas o bebidas.
La flexibilidad es otro de los factores que se han tenido en cuenta. La crisis del coronavirus es transitoria, pero dado que los modelos están construidos para durar muchos años, es previsible que acaben teniendo un uso diferente al que se estipula en la actualidad. Así pues, en Philips PDS se han preocupado por integrar un sistema que permita mostrar otro tipo de recomendaciones, promociones o incluso anuncios en las pantallas del sistema, y es previsible que en futuras actualizaciones del software empleado se integren nuevas herramientas que permitan mejorar el servicio del local dependiendo de la fisionomía de la clientela que accede al local (comensales solitarios, parejas, familias, grupos de amigos…).
En general, se trata de una herramienta versátil y de gran utilidad, que además está blindada contra una posible obsolescencia futura. En 2020 sirve para combatir el coronavirus, cumplir con la ley, garantizar la seguridad de los clientes y recuperar su confianza; pero en el futuro puede ser una herramienta más para potenciar los esfuerzos de marketing y fidelización del restaurante, o un añadido a la hora de diferenciarse respecto a negocios competidores. En cualquier caso, un magnífico aporte por parte de Philips Professional Display Solutions.