Gestionar un restaurante de éxito nunca había sido tan difícil. Las buenas ideas no dejan de ser simplemente ideas, y la ejecución de las mismas es impedida por una terrible realidad en la que el emprendedor dedicado a la restauración poco tiene que decir: nadie está dispuesto a ceder un ápice.
En Reino Unido este problema es bien patente. Un tercio de los establecimientos del sector son restaurantes con pérdidas. Gran parte del problema reside en el colapso de un hábito hasta hace poco frecuente: comer fuera de casa. Los millenials europeos prefieren la humildad del hogar para comer y dedican el dinero a otras experiencias, entre las que destacan los viajes de ultramar. Además, la saturación del mercado queda atestiguada por el incremento del 75% en el número de restaurantes en números rojos.
Son datos presentados recientemente por el grupo de contabilidad UHY Hacker Young. El pronóstico de la compañía tampoco es nada halagüeño; el actual paradigma social, junto con el aumento de los costes de empleo, la apertura desenfrenada de negocios, la reducción de los márgenes de beneficio y la disminución de la confianza depositada por el consumidor confabulan para cocinar esta receta para el desastre.
Contraindicaciones del Brexit para el sector de la hostelería y la restauración
No todos los problemas que enfrentan los restaurantes con pérdidas de las islas británicas se pueden achacar a tendencias cosmopolitas. El Brexit también ha hecho de las suyas. La espada de Damocles que pende sobre los ciudadanos insulares ha llevado a la austeridad en el gasto. Los primeros recortes caseros han sido aquellos destinados a actividades de ocio.
Este obstáculo endémico no es un asunto trivial ni siquiera para los restaurantes de éxito. Muchos de ellos contratan trabajadores de la Unión Europea con condiciones pactadas beneficiosas para el negocio. Si el Brexit se implanta finalmente, la UE podría optar por imponer restricciones a los visados para viajar al Reino Unido como represalia, algo que podría ser muy dañino para los negocios allí ubicados, pues los trabajadores europeos componen el 40% de los profesionales del sector de la restauración en el país, incluyendo un 75% de los camareros y un 25% de los chefs.
Un aumento aún mayor al ya sufrido (muy por encima del IPC) de las partidas destinadas a salarios podría poner a muchos restaurantes en números rojos.
Efectos colaterales muy preocupantes
Impera un espíritu negativo, “una sensación de que la fiesta se ha terminado”, según lo expresa David Strauss, gerente general de la cadena de restaurantes Goodman.
Los cierres no se han hecho esperar: la franquicia de restaurantes italianos Prezzo ha anunciado la clausura de 94 restaurantes, el grupo de restauración propiedad de la superestrella culinaria Jaime Oliver también planea cerrar un tercio de sus establecimientos, el plan de rescate de las hamburgueserías Byron pactado en enero implica decir adiós a 20 locales, los italianos de Strada comunicaron su intención de eliminar 10 puntos de venta y Square Pie entró en quiebra.
El efecto dominó ha provocado que el mercado inmobiliario especializado en locales empresariales se tambalee. Los restauradores ya han hecho su advertencia al gobierno británico: este ha de interceder para detener una catástrofe integral causada por la destrucción de empleo y los cierres dañinos.
En una carta destinada al canciller Philip Hammond, quince firmantes relacionados con el mundo de la restauración piden “una reforma en profundidad y reducir los costes de operación” en lo que tildaron como un “punto de inflexión que requiere atención focalizada ahora”.
Mientras la inacción del gobierno continúa, nuevas cadenas de restaurantes de éxito se unen a la epidemia de cierres: el Galvin Bistrot de Luxe, el 8 Hoxton Square, el Smoking Goat…