La tecnología alimentaria made in Europe está en pleno apogeo, pero si las previsiones son acertadas, en unos años el estado actual podría parecer peccata minuta. Durante los últimos cinco años el crecimiento ha sido del 63% anual y a finales de 2018 algunos pronósticos vaticinan que la inversión anual en este sector superará los mil millones de euros.
Al creciente interés que suscita el sector hay que añadir un mayor apoyo desde las instituciones y gobiernos. Esto ha resultado en que la innovación, muy a menudo traída de la mano de nuevas empresas emergentes, se dispare.
Dos informes publicados recientemente tratan este nuevo escenario que está tomando forma en el viejo continente. El primero de ellos es El estado de la tecnología alimentaria en Europa 2018 creado por Five Seasons Venture, un grupo de inversión especializado en este sector. El otro reporte lo firma DigitalFoodClub, una agrupación de emprendedores, y se titula FoodTech en Europa: Inversiones de FoodTech de 2014 a 2018.
¿Qué se puede sacar en claro de esos dos dossiers?
Para empezar, una mala noticia, España no mueve suficiente dinero en lo que a innovación tecnológica relacionada con los alimentos se refiere. El 63% de las inversiones europeas se concentran en start-ups de Reino Unido y Alemania.
Aunque en España e Italia el número de posibilidades que los emprendedores pueden aprovechar es muy dilatado, los montos son, por el contrario, muy limitados. Nada comparable a las subvenciones recibidas para la creación de Picnic y Vivino, estimadas en 100 y 56 millones de euros respectivamente.
Los servicios de entrega domiciliaria de comida son los que se siguen llevando la mayor porción del pastel. 11 de las 15 mayores inversiones en tecnología de los alimentos se corresponden con este tipo de servicios. En el caso de Seven Season Ventures, el 50% de los fondos ha sido destinado a ofrecer liquidez a este tipo de iniciativas.
La robótica en la cocina, la reducción de alimentos desperdiciados y la lucha contra el malgasto de agua también han recibido inversiones millonarias este año, véanse, respectivamente, los casos de French Ekim, Karma y Mitte.
Pese a las ingentes cantidades de dinero que se mueven, las empresas emergentes de Europa experimentan serias dificultades para obtener la financiación que necesitan para materializar sus ideas. En gran medida esto se debe a la aproximación más cautelosa de los inversores de cara a las start-ups que requieren financiaciones millonarias.
Además, durante los últimos años se ha hecho evidente la necesidad de adoptar cambios que impidan que las empresas emergentes más establecidas se apoderen de montos críticos. Se abren brechas insalvables entre las start-ups añejas y las iniciativas más novedosas que impiden la competencia.
Las grandes diferencias entre los estados miembros de la Unión Europea, así como la legislación de cada país, ponen las cosas más difíciles. Ello no es obstáculo para que durante los próximos años se continúe experimentando un crecimiento notable. La impresión 3D de alimentos, las recomendaciones ultrapersonalizadas, el envasado de comida responsable y la robótica parece que serán el meollo del asunto.