Diego Coquillat - El Periódico de los Restaurantes

Golfistas y drones de reparto de comida conviven en el campo de golf King’s Walk

Los drones de reparto encuentran un nuevo nicho de mercado: la distribución de comandas a pequeña distancia. Los primeros en experimentar de primera mano los pros y los contras de este sistema han sido los golfistas que se dan cita en el campo de golf King’s Walk de Grand Forks (Dakota del Norte, EE. UU.).

Dada la escasa autonomía de los cuadracópteros, aplicaciones como las perseguidas por Domino’s no son viables cuando se desean evitar enormes inversiones iniciales: el precio de los drones escala rápidamente cuanto más exigentes sean las especificaciones necesarias.

Bill Palmiscno, responsable del campo, no veía con buenos ojos que no se aprovechasen al máximo los recursos presenten en el pueblo. Resulta que esta población perdida en Dakota del Norte es un punto caliente de desarrollo de vehículos aéreos no tripulados (VANT) tan bullicioso que ya hay quien lo llama cariñosamente «Sili-drone Valley» en alusión al famoso centro tecnológico de California.

Los drones comenzaron a volar el 18 de septiembre sobre las verdes lomas que conforma el recorrido de 18 hoyos. Bill confiesa que si las pruebas son exitosas no ve ningún problema en que uno de los carritos que se utilizan actualmente para dar servicio a los jugadores sea sustituido por el aparato volador.

Durante esta experiencia piloto los golfistas pueden recibir bebidas y comida a golpe de botón. El dron las llevará a la localización desde donde se haya realizado el pedido en menos de diez minutos (entra en este cómputo la preparación de cócteles y la colocación de los refrigerios en el cajón de la máquina por parte del barista). ¿El precio? Por tan solo tres dólares los jugadores pueden mantenerse hidratados y saciados sin verse obligados a dejar su recorrido a medias. Podrán disfrutar de los alimentos directamente en el campo y con la máxima comodidad.

La iniciativa persigue resolver tres grandes problemas:

  • Minimizar los costes derivados del equipo humano. En la actualidad los campos de golf cuentan con varios conductores de carritos que deambulan por el campo sin rumbo fijo ofreciendo las bebidas y comidas que transportan a los competidores. Dada la mayor eficiencia del reparto de comida por dron sería posible dar servicio a todo el campo con un único piloto (la Administración Federal de Aviación de EE. UU. exige que haya al menos una persona controlando remotamente los vehículos). Si se pudiera prescindir de trabajadores adicionales los montos ahorrados por el negocio serían muy significativos, más ahora que los salarios mínimos están escalando rápidamente por todos los estados de EE. UU.
Durante esta experiencia piloto los golfistas pueden recibir bebidas y comida a golpe de botón. El dron las llevará a la localización desde donde se haya realizado el pedido en menos de diez minutos (entra en este cómputo la preparación de cócteles y la colocación de los refrigerios en el cajón de la máquina por parte del barista). ¿El precio? Por tan solo tres dólares los jugadores pueden mantenerse hidratados y saciados sin verse obligados a dejar su recorrido a medias.
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  • Mejorar la experiencia de los usuarios. Durante las temporadas altas y en las horas pico los carritos son incapaces de dar servicio a los golfistas en un plazo de tiempo lógico. En ocasiones los clientes tienen que esperar hasta una hora bajo el ardiente sol hasta que el carrito pasa por sus cercanías. Con el sistema potenciado por drones es posible que la clientela haga su pedido expreso desde su ubicación y que la reciban en poco tiempo.
  • Los campos de golf con recorridos de 18 hoyos (los de mayor tamaño) están sufriendo un mal momento. Desde 2007 han cerrado un 7% de este tipo de negocios en Estados Unidos. Para revigorizar el sector los propietarios intentan incitar el consumo transversal disponiendo de tiendas de ropa y equipo deportivo, salones de relajación y spas, y, por supuesto, restaurantes, cafeterías y otros centros de restauración.

La respuesta a estos desafíos puede venir de la mano de FlyTrex, una empresa israelí especializada en drones de reparto.

Yariv Bash, director ejecutivo de la compañía, busca ampliar el mercado en el que están presentes. Después de disfrutar de un éxito rotundo al establecer una red de reparto domiciliario de comida por dron en Reikiavik (Islandia) que cubre la mitad de la capital fijan su vista en las llanuras de Dakota del Norte. Yariv es optimista acerca de su futuro en los campos de golf pues conoce bien la demanda que existe por la conveniencia y comodidad ofrecida por este tipo de servicios. «Dondequiera que estés, deberías poder tener lo que quieras en unos minutos. ¿Por qué esperar?», anota.

Sin embargo, pese a la experiencia previa de FlyTrex, hay dudas sobre si la implantación de estos VANT se realizará sin grandes impedimentos. Es poco probable. EE. UU. se caracteriza por poseer una de las normativas más estrictas y restrictivas en cuanto a la posesión, uso y aplicación de drones de reparto se refiere.

Yariv Bash, director ejecutivo de la compañía, busca ampliar el mercado en el que están presentes. Después de disfrutar de un éxito rotundo al establecer una red de reparto domiciliario de comida por dron en Reikiavik (Islandia) que cubre la mitad de la capital fijan su vista en las llanuras de Dakota del Norte.
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No faltan tampoco los escépticos que indican que el servicio no cumplirá con la expectativas: los drones no pueden operar con tiempo lluvioso o vientos moderados, los visitantes habituales de estos recintos no son adeptos tecnológicos, las máquinas siguen teniendo baja autonomía y grandes gastos energéticos, etcétera.

También hay quien simplemente los considera una molestia, un espectador de las demostraciones técnicas de FlyTrex comentaba a modo de mofa: «[…] no hay nada que los golfistas amen más que un fuerte zumbido por todo el campo que los distraiga. Echa a perder un golpe de un viejo golfista gruñón y lo último que verá [el dron] será un hierro del cinco acercándosele». Sin embargo bajo la apariencia de comentario jocoso subyace una preocupación real. Cualquiera que se haya visto abordado por un dron profesional sin previo aviso sabe que son ruidosos y desconcertantes.

De momento los drones de reparto estarán seis semanas en funcionamiento. Una vez dispongan de los datos obtenidos durante el periodo de pruebas solicitarán permiso a la FAA para continuar operando, ya de forma oficial.

Si todo va bien, Yariv ya tiene los ojos puestos de un campo de softball adyacente. Los propietarios del mismo ya le han manifestado su interés, pues disponen de un restaurante propio dentro de las instalaciones.

Mientras el visionario israelí explora nuevas formas en las que usar sus aparatos, los VANT seguirán volando a una altura de entre 50 y 100 metros respecto al suelo y a unos 50 kilómetros por hora, llevando hasta 3 kilos de comandas a los golfistas del campo de golf King’s Walk en cada trayecto.

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