La crisis económica que azotó el mundo a partir de 2006 ha aumentado la disparidad entre ricos y pobres. Aunque tenemos que mantenernos positivos, pues la pobreza mundial mengua anualmente, no podemos pasar por alto que la desigualdad en los países del primer mundo se ha disparado.
Más aún en el caso de Reino Unido, donde la brecha ha creado una grave crisis social, acuciada por la espada de Damocles que pende sobre el otro imperio global: el Brexit.
Así, la realidad del pobre británico es el desamparo. Las ayudas sociales procedentes del estado son reducidas, las ONG no dan abasto y los comedores sociales y bancos de alimentos están copados, de forma que siempre hay quien se queda marginado por todo el entramado caritativo, por muy extenso que este sea.
Para desmayo de Theresa May, primera ministra británica, este asunto ha traído la vergüenza al país. Incluso las Naciones Unidas, organismo en ocasiones poco crítico con Occidente, ha emitido recientemente un comunicado haciendo alusión a la pobreza extrema e indefensión que sufren los británicos, y a la ingeniera social perpetrada desde el gobierno para propiciar estas circunstancias.
Por eso resulta un insulto flagrante que cada año se tiren a la basura 320 millones de comidas en perfectas condiciones en los restaurantes de Reino Unido; o lo que es lo mismo 900 000 platos diarios, suficientes para alimentar con todas las garantías a 300 000 personas. Algo que ha denunciado abiertamente la directiva responsable de la app móvil Too Good To Go.
Too Good To Go es una empresa emergente cuya meta es reducir la cantidad de alimentos desperdiciados en los establecimientos de restauración en Europa. Actualmente están presentes en nueve países (Dinamarca, Noruega, Holanda, Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Suiza y España), donde se debaten por cumplir su misión fundamental equiparar los alimentos producidos con los alimentos consumidos.
Para ello se valen de la app móvil homónima ya mentada, que sirve como plataforma de comercio para los restaurantes colaboradores. En ella, los locales pueden ofrecer la comida sobrante que no han conseguido vender al cabo del día a precios descontados o hiperreducidos (precios simbólicos en la mayoría de los casos).
De esta manera se matan dos pájaros de un tiro. Por un lado se reduce la cantidad de comida desaprovechada, lo cual tiene un efecto positivo sobre el medio ambiente a través de la deescalada de consumo (o en este caso, más bien deescalada de producción), y se ayuda a personas y hogares en riesgo de exclusión social por motivos económicos a tener una comida sabrosa y nutritiva por un precio muy bajo.
Too Good To Go está teniendo un gran éxito en la región. En este momento son 15 000 los establecimientos de restauración y alimentación que se han hecho socios, entre los que se cuentan salones de hoteles, cadenas de restaurantes, franquicias de restauración organizada y, por encima de todo, pequeños establecimientos locales que hacen gala de un fuerte compromiso social con sus comunidades. En conjunto han logrado salvar 10 millones de comidas y cuentan con 7,5 millones de usuarios registrados.
Aunque los problemas de Reino Unido son realmente graves, no podemos olvidar mirar dentro de nuestras propias fronteras. También en nuestro país hay familias pobres que se ven forzadas a racionar los alimentos en sus despensas, indigentes expuestos a todo tipo de peligros y, en una esfera menos dramática, todo un segmento social que no puede salirse del sota, caballo y rey a la hora de comer.
Ahora Too Good to Go está disponible en España. Su llegada ha sido reciente, estando presente en Madrid, Barcelona, Bilbao y Salamanca. Actualmente todavía son pocos los establecimientos donde se puede aprovechar la aplicación, sin embargo en tan solo un mes de funcionamiento en nuestro territorio ha reunido 90.000 usuarios.
Entre los negocios que se han decidido a participar, el primero en sumarse al proyecto ha sido el hotel Ibis Madrid Centro. Su directora Bibiana Bárcena comenta al respecto: «Estamos encantados de participar en esta iniciativa, ya que está muy alineada con el objetivo Planet 21 del programa de desarrollo sostenible de AccorHotels, en el que precisamente se trata el punto de la reducción de desperdicios alimentarios en los hoteles. Esta unión con Too Good To Go nos permitirá como hotel optimizar el proceso de una forma ágil e innovadora y hacerlo además en un barrio como Malasaña muy concienciado con los temas medioambientales».
En Malasaña se encuentra también el famoso Horno San Onofre, que ha participado de igual manera ofreciendo paquetes con productos diversos por 2.99€, importe que habitualmente solo cubre el coste de uno o dos pasteles, mientras que en esta ocasión la combinación de ítems vendidos a través de la app ofrecían sustento para varios comensales.
Otros establecimientos que se han ido uniendo a la iniciativa son la pizzería O Mamma Mía de Madrid, la cocina de autor asequible de Tento en varios de sus establecimientos de Barcelona, la cocina de fusión mediterránea de BOLS también en la ciudad portuaria, o Glut End, la tienda de alimentación barcelonesa donde el gluten no tiene cabida.
No son los únicos, poco a poco el movimiento se extiende, y la fricción es reducida pues ya existen en España varias apps móviles adicionales con un cometido similar. Es el caso de Ni las Migas o We Save Eat, que aparecieron hace ya siguiendo las tendencias contra el desperdicio de comida establecidas por las aplicaciones internacionales del sector (Flashfood, Food Cowboy, Food for All, Food Rescue, Goodr….).
La responsabilidad social, con el medio natural, la lucha contra el hambre y contra los alimentos desperdiciados siempre será bien recibida. Cualquier aporte adicional genera valor.
Sin embargo no podemos pasar por alto algunas de las críticas recibidas. En especial a lo que diseño de experiencia de usuario se refiere. La app móvil, en su forma actual, es poco intuitiva y se echa en falta un tutorial que guíe a los usuarios menos familiarizados con la nuevas tecnologías móviles. Mayor accesibilidad para los usuarios significa una mayor cantidad de alimentos salvados.
Los usuarios echan de menos también alguna opción que les permita puntuar los establecimientos asociados. En el caso de que haya varios locales cercanos que ofrezcan productos similares, convendría disponer de algunas métricas más informativas sobre el trato dado por el personal, las cantidades, precios y demás. En general, la herramienta es parca en información. Ni siquiera se salvan aquellos que sufran alergias e intolerancias alimentarias, cualquier comunicación a este respecto se deja en manos del cliente y del proveedor del servicio.
Tampoco destaca por el momento la cantidad de oportunidades realmente asequibles para los más pobres. Los descuentos observados actualmente se sitúan alrededor del 75%, perfecto para aquellas familias con presupuestos estrechos, pero que por otra banda no tienen problemas para salir adelante día tras día. Para salvar a los más desfavorecidos, convendría ofertar precios simbólicos, tal como se hace en Reino Unido.
En cualquier caso, la proliferación de apps móviles como Too Good To Go que luchan contra el desperdicio de alimentos pone de manifiesto que no sufrimos un problema de producción, sino uno de logística, y que esos 820 millones de personas que cada día se van a dormir con el estómago vacío no necesitan más macroganadería y monocultivo agrícola, sino una mejor gestión de los alimentos obtenidos.
Por el momento nos sumamos a los hashtags #LaComidaNoSeTira, #ZeroWaste, #DesperdicioDeAlimentos y #DesperdicioAlimentio desde los cuales se organiza el trabajo para superar el desafío.