La cafetería Bbox es punto de encuentro para los estudiantes de la Escuela de Salud Pública de la renombrada Universidad de Berkeley. Los jóvenes universitarios procedentes de diversas partes de California (EE. UU.) se reúnen allí para aliviar el estrés acumulado por las clases, intercambiar pareceres con sus compañeros y degustar café y pastas.
Hasta aquí todo normal. Pero desde febrero de 2019, la cafetería Bbox ha pasado a formar parte de un reducido grupo de establecimientos de restauración: el de los locales equipados con robótica de cocina.
No es el primer negocio de este tipo en dar el paso. En la cercana ciudad de San Francisco, el Cafe X atrae a los transeúntes con un brazo robótico capaz de preparar un excelente café en tan solo un instante. El autómata se encuentras a la vista, protegido por una mampara transparente que permite disfrutar del espectáculo tecnológico con plenas garantías de seguridad. Los que lo han probado ya han quedado gratamente sorprendidos.
El Bbox se distingue del local situado en San Francisco por la mayor complejidad de los sistemas que están en funcionamiento. Además de poder servir el brebaje caliente, el conjunto robótico también puede acompañar el pedido con las pastas que haya seleccionado el comensal. Esto requiere un nivel de manipulación, detección e interpretación superior al que dispone la cafetera robótica del Cafe X.
En los últimos meses ha aumentado el interés por sustituir los trabajos repetitivos asociados a la preparación del café.
El interés que suscitan estas nuevas tecnologías se vincula además con una tendencia de mayor entidad: la adopción de la robótica de cocina, camarería y reparto en el entramado empresarial del sector restauración. Este movimiento es visto con recelo por parte de algunos.
Regresando al caso concreto del Bbox, la acogida de la tecnología ha sido muy positiva. Los jóvenes pueden usar una app móvil para gestionar los pedidos. A través de esta aplicación especializada tienen la posibilidad de elegir en un menú de productos preestablecido el tipo de café que quieren y añadir al encargo qué pastas desean como acompañamiento.
Una vez se confirma la orden, es la propia aplicación la que se encarga de informar a los clientes sobre cuánto tiempo tardará su pedido en estar listo. Esto libera tiempo al personal que atiende tras la barra en este establecimiento adosado a la universidad. Personal que además se encuentra en mejor estado de salud al no verse sometido a esfuerzos repetitivos que puedan derivar en sufridas y dolorosas tendinitis (causa habitual de baja en las cafeterías de EE. UU., como bien saben en Starbucks)
Toda la cadena de acciones es supervisada por trabajadores humanos por el momento. Como muchos de los prototipos que se usan en la robótica de cocina, se trata de equipos pioneros que aún pueden presentar fallos. Es decir, los robots que participan en este entorno son todavía prototipos en una experiencia piloto.
Para que todo vaya sobre ruedas, el gerente del Bbox recibe los productos de cafetería a través de una empresa especializada. Esta empresa es Highwire Coffee, un proveedor local de semillas de café que también ofrece la bebida caliente en un ambiente gourmet. Gracias al producto de máxima calidad entregado por dichos profesionales, Bev (así se ha bautizado la cafetera robótica que opera en el Bbox) obtiene un café molido aromático y de primera. Este es el primer paso para obtener un producto final inolvidable.
Según una entrevista realizada por Digital Trends a Greg Becker, fundador de Nourish, la empresa responsable de la cafetería Bbox, «a través de su servicio, Bev preparada un café reciente y satisface las demandas de los clientes en lo tocante a leche de almendras, lattes, cafés americanos con hielo, zumo de naranja y otras mezclas con café».
Por otro lado, el segundo robot que forma parte del conjunto instalado en Berkeley colabora para que el pedido esté listo lo antes posible. Becker continúa: «mientras tanto, [el robot] Jarvis atiende la solicitudes en la vitrina de pastas y en el punto de entrega, sirviendo pastas recién hechas traídas de [la panadería] Semifreddi’s, y preparando los pedidos del cliente para el takeaway».
Con este sistema instalado en el lugar, los responsables del Bbox han conseguido reducir notablemente el precio de un café de calidad. El mismo café que se sirve en Highwire Coffee cuesta menos de la mitad en la cafetería universitaria (1.75 dólares). Esto se logra al minimizar las partidas económicas destinadas a personal: los salarios son uno de los mayores gastos en cualquier establecimiento de restauración y actuando directamente sobre ellos pueden alcanzarse recortes en los precios o aumentos en los márgenes de beneficios de muy notable entidad.
Las pruebas iniciales con la robótica de cocina en el Bbox han ido como la seda. Además de suscitar interés y causar fascinación entre los visitantes habituales, también han conseguido fidelizar una buena parte de los nuevos visitantes que se han acercado al establecimiento atraídos por las bondades de esta nueva tecnología disruptiva.
Siendo así, no es de extrañar que Becker tenga planes para aumentar el menú que se encuentra automatizado. En un futuro próximo los robots podrían encargarse de servir todos los artículos con los que cuentan en este local. El objetivo último sería escalar por todo el mundo una cadena de restaurantes robotizados.
La visión de Nourish no estará aquejada de falta de liquidez económica ya que detrás de ella se encuentra la firma inversora del exjugador de la Liga Nacional de Baseball Ryan Howard, SeventySix Capital. Solo el tiempo dirá si tienen éxito en su contienda.