Los restaurantes virtuales son establecimientos que solo existen en el mundo digital. Los consumidores pueden acceder a ellos a través de las webs de los diversos servicios de reparto domiciliario de comida dotados de sistema de pedidos online. Dos casos claros son los de Uber Eats y Deliveroo.
Existen dos tipos diferenciados de restaurantes virtuales. En primer lugar están los que no tienen ningún soporte físico. Se trata de locales inventados cuyo perfil presenta productos de múltiples procedencias. La empresa de reparto domiciliario de comida se encarga de reunir todos los artículos solicitados por el cliente y realizar el envío.
Otro tipo de restaurante virtual, similar pero con notables diferencias, es aquel local físico que añade a su carta habitual productos de otras casas para expandir su oferta de platos. Algunos restaurantes especializados en cocinas étnicas, geográficas o enfocadas a ciertos productos están usando esta opción para poner en valor su establecimiento gracias a la colaboración con negocios de restauración ajenos. Es una solución que beneficia a todos los implicados: el restaurante que sirve como anfitrión recibe mayor caudal de visitas en su perfil digital, los comensales tienen una mayor selección de platos donde elegir lo que más les apetezca, y los restaurantes colaboradores perciben beneficios adicionales que no hubiesen obtenido de otro modo.

Dadas las interesantes características de los restaurantes virtuales (acuñados en algunas ocasiones como restaurantes fantasma) es lógico que proliferen esta clase de iniciativas. Y así está ocurriendo.
Según el sector inmobiliario en los últimos meses se ha experimentado un cambio de paradigma en lo referente al tipo de inmuebles que buscan algunos restauradores para iniciar su recorrido empresarial por el mundo de la restauración.
Frente a los restaurantes con grandes salones que servían para dar cobijo a todos los comensales que se acercaban a comer al establecimiento en las horas punta, ahora prima dar servicio a los pedidos online para llevar o recoger en el restaurante. El reparto domiciliario de comida y los pedidos takeaway quitan protagonismo al espacio interior del edificio. Hoy día resulta más interesante seleccionar una ubicación con buenas comunicaciones y que tenga suficiente espacio de aparcamiento para que los coches no congestionen la entrada al local.
Las grandes cadenas de restauración organizada han sido las primeras es cambiar su modo de aproximación a la compra de nuevas propiedades inmobiliarias. Chipotle Mexican Grill es un caso ejemplar. Sus nuevas tiendas constriñen menos el tráfico y están dotadas de varios carriles para recoger los menús desde el coche. Algo muy llamativo pues tradicionalmente Chipotle había prescindido de la vía drive-thru para potenciar su volumen de negocio.

Starbucks y McDonald’s también son estandartes de este cambio. Estos gigantes de la restauración han modificado la forma en la que su clientela usa sus establecimientos gracias a la utilización de apps móviles propias.
Con las aplicaciones de Starbucks y McDonald’s, los usuarios pueden realizar sus pedidos online en solo unos segundos, conocer con pleno detalle cuando estará su comanda lista y pagar desde su terminal gracias a los nuevos métodos de pago móvil que se están generalizando durante este 2019. Así, entran y salen de los puntos de venta de las compañías en menos de un minuto, contribuyendo a que el espacio necesario para las esperas dentro del local sea menor que hace unos años.
En las ciudades más caras, como Nueva York, la potenciación de alternativas orientadas al delivery como los restaurantes virtuales y las cocinas oscuras pueden dar por fin algo de respiro a los restauradores. La inversión necesaria se reduce y los precios de los bajos podrían experimentar un descenso que no se ha visto en décadas.

Además, otra tendencia actual, la búsqueda de negocio en el extrarradio, podría favorecer aún más esta situación. Algunas compañías de restauración organizada están experimentando un estancamiento en sus ventas, por lo que es lógico poner la vista en nichos desocupados, y las zonas residenciales que rodean las urbes de mayor tamaño se explotan por debajo de sus posibilidades, ciertamente.
Este sería otro factor que jugaría un rol fundamental en el cambio de la industria inmobiliaria de cara a los restaurantes y que tendría verdadera capacidad transformativa a la hora de homogeneizar los costes de adquisición o alquiler de suelo inmobiliario aprovechable para negocios de restauración.