Las barreras de idioma a menudo nos privan de las nuevas que tienen lugar en China. Así, para muchos será sorprendente saber que Meituan, la app de e-commerce por antonomasia en China, cuenta con 600 millones de usuarios registrados.
Este gigante de las compras es uno de los principales consumidores de tecnología para delivery en el país asiático. Además de ofrecer todo tipo de artículos de consumo, desde electrónica hasta ropa, Meituan también tiene una sección de comida para reparto.
Es común que los pedidos de cafetería o restaurante que se hacen a través de la aplicación se repartan en bicicleta. Las bicis de la marca son prácticamente ubicuas en las grandes ciudades. No obstante, los directivos de Meituan creen que pueden mejorar el servicio prestado si, en vez de rodar por las aceras, sus entregas surcan los cielos cubiertos de smog.
Han tardado dos años en llegar hasta donde están, pero en la ciudad de Shenzen ya se han repartido 19 000 comidas mediante drones. Estos vehículos autónomos se dividen en siete flotas, cada una asignada a una barriada y con un alejamiento máximo permitido de tres kilómetros desde el punto de salida. Las restricciones son múltiples: tecnológicas, mercadotécnicas e incluso legislativas, pero también prácticas: los drones no pueden entregar el pedido en la puerta, tampoco en la ventana, han de hacerlo en unas taquillas que funcionan a modo de estación en la calle.
El modelo está comprobado, solo queda expandirlo. Tencent es uno de los inversores que apoyan la idea. Los competidores de Meituan, Alibaba y Ele.me, también están en el ajo. No es un secreto que conquistar los cielos traerá ventajas competitivas sorprendentes para el vencedor. La carrera por el delivery se alza hasta los cielos.
El primer paso es dar servicio a todo Shenzen, una ciudad con 20 millones de habitantes. A la espera del visto bueno administrativo, Mao Yinian, jefe de la unidad de drones de Meituan, se muestra positivo.
Aunque el modelo parece sacado de un mundo CiFi, la realidad es que todavía queda por optimizar. Para empezar, los trabajadores han de portar el pedido de un restaurante al punto de salida de los drones, una suerte de pequeño helipuerto improvisado en una azotea. Esto requiere el esfuerzo de uno o varios trabajadores, dependiendo del tráfico de pedidos existente en el momento.
La viabilidad económica tampoco se puede dar por sentada. Cada dron tiene una capacidad de 2.5 kilogramos, muy limitada. Por otro lado, las taquillas solo tienen espacio para 28 pedidos. Los números no salen o salen muy justos. Serán necesarias varias iteraciones hasta que emerja la esperada rentabilidad económica.
A diferencia de Occidente, en China han estado muy pendientes de las innovaciones realizadas en el campo de la aviación autónoma para delivery. Han seguido de cerca la evolución de la tecnología en EE. UU. y han aprendido de los errores y los aciertos que han cometido allí. Esto les ha supuesto un ahorro económico sustancial, que, a su vez, se ha traducido en una implementación rápida de leyes eficientes y acertadas.
Si todo sigue como ahora, podríamos ver drones de Alibaba, Ele.me y Meituan sacando buenos rendimientos económicos antes de 2025. Habrá que seguirles la pista a estos aparatos.