Los restaurantes de comida rápida de Estados Unidos vuelven a marcar un récord de dudoso mérito. El programa JOLTS (Vacantes de trabajo y tasa de renovación de personal), dependiente de la Oficina de Estadística Laboral de los Estados Unidos, muestra una vez más un máximo histórico en 2018, después de que ya despuntara en 2016 y 2017.
La nueva cota máxima indica que para cubrir las plazas de un establecimiento pasarán por el local un 150% más de trabajadores.
Los negocios de comida rápida en Estados Unidos se encuentran en una encrucijada peliaguda. Por un lado, son los principales ofertantes y dadores de empleo juvenil. Las historias de universitarios que pueden corresponder los pagos de sus préstamos estudiantiles gracias a estas franquicias son numerosas.
No suelen ser historias que se cuenten con nostalgia, eso sí, ya que para mantener la competitividad y los márgenes de beneficio ha aumentado la aplicación de tecnología en la restauración y las exigencias en el trabajo, pero no los salarios.
Con cada noticia, el colectivo #Fightfor15, una comunidad eminentemente digital que pretende alcanzar un salario horario justo (15 dólares la hora), sale a la palestra y reabre el debate.
Lejos de lo que pudiera parecer en un primer momento, los responsables de las cadenas de restauración no son los principales adversarios en esta contienda por elevar las ganancias de los trabajadores. La opinión pública es contraria a la idea. Algunos de los argumentos que se esgrimen en su contra son:
- Es un trabajo para adolescentes.
- Es un trabajo que requiere poca formación y tiene escasa importancia.
- Aumentar el coste de elaboración impacta directamente sobre el consumidor.
Algunas de estas aserciones se materializan desde una compresión deformada de la propia realidad.
En lo que respecta al primer bloque de quejas, si bien los restaurantes de comida rápida ayudan a bajar el desempleo juvenil y ofrecen puestos que no requieren experiencia, asignar una connotación peyorativa o menospreciar al adolescente es un comportamiento autolesivo. Además, el 55% de los trabajadores de estos negocios se sitúa en el segmento demográfico que va de los 35 a los 45 años.
El último punto es también curioso. Un reciente estudio demuestra que aumentar el salario mínimo de un modo razonable (por ejemplo, hasta los 15 dólares propuestos por #Fightfor15), aumentaría el precio de una hamburguesa en tan solo 16 centavos. ¿Cuál sería el límite aceptable para mantener la ética laboral en la industria de la comida rápida? Menos de 0,16 dólares, por lo visto.
El creciente malestar que producen los salarios bajos en el gremio viene acompañado de mayores exigencias. La apreciación de que el desarrollo de la actividad requiere poca formación y no es importante ya no es válido.
Con la implantación de nuevas tecnologías como los pedidos online y el uso de terminales punto de venta táctiles, la curva de aprendizaje que tienen que abordar los trabajadores noveles es empinada y prolongada.
Crece la presión en busca de mayor productividad
Para muchos, estas atribuciones de reciente aparición y la creciente presión para lograr más productividad son la gota que colma el vaso. Cuando la cantidad de trabajo se hace insostenible puede pasar tres cosas:
- Aumento del descontento del personal. Puede provocar un deterioro de la calidad en el servicio. Los clientes indecisos son uno de los colectivos de riesgo, al sufrir tratos cortantes, rudos o presiones por parte de los integrantes de la plantilla.
- Aumento del número de errores. Tener excesiva urgencia a la hora de realizar una tarea, por simple que sea, suele traer como contraproducente resultado inesperado, el aumento de las equivocaciones cometidas. En un estudio de la revista QSR Magazine en colaboración con la agencia estadística Insula Research se pone de manifiesto que un 10% de los pedidos realizados en caja se sirven incorrectamente.
- Aumento de la tasa de renovación del personal. Cuando los pros se ven claramente superados por lo contras del trabajo (lesiones, estrés, no cumplimiento de objetivos, bajos beneficios, etcétera), lo lógico es que el trabajador busque pastos más verdes.
El desempleo ya no es óbice para que el trabajador insatisfecho abandone la cobertura del trabajo. La tasa de renovación del personal aumenta hasta límites insospechados (y estamos convencidos de que lo seguirá haciendo) y el servicio no presenta ninguna mejoría.
Recientemente se ha conocido que, pese a las últimas novedades en tecnología en la restauración implantadas, el tiempo de espera ha aumentado medio minuto. ¿Por qué? Porque los trabajadores no tienen la experiencia suficiente.
La volatilidad y falta de lealtad de los recursos humanos en los restaurantes de comida rápida han provocado que, independientemente del número de innovaciones tecnológicas, el servicio prestado, la experiencia del usuario y las ventas no mejoren.