Diego Coquillat - El Periódico de los Restaurantes

Las cafeterías atendidas por robots hacen furor en Malasia

Con la intención de mejorar el servicio en las horas puntas del día, los dueños de varios kopitiam malayos (cafeterías especializadas en desayunos casi ubicuos en el Sudeste Asiático) han importando desde China una cuadrilla de camareros robóticos con los que prevén reducir el tiempo de espera de sus clientes a la mitad.

La respuesta del público no se ha hecho esperar.

Ya de por sí popular, el restaurante Nam Heong de Ipoh Soho ha provocado que los curiosos se arremolinen en sus puertas como falenas atraídas por una bombilla. Además de la mejora en el servicio, la Lui Sung Pong o Banda de Diosas (como se ha convenido en llamar a esta flota robótica) ha sido un reclamo irresistible para una población que prácticamente venera los robots.

Ya de por sí popular, el restaurante Nam Heong de Ipoh Soho ha provocado que los curiosos se arremolinen en sus puertas como falenas atraídas por una bombilla. Además de la mejora en el servicio, la Lui Sung Pong o Banda de Diosas (como se ha convenido en llamar a esta flota robótica) ha sido un reclamo irresistible para una población que prácticamente venera los robots.
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Y es que la tecnología china da para hablar. En toda una hazaña publicitaria, las «diosas» han sido bautizadas con nombres de divas y celebridades asiáticas. Cada uno de estos robots camareros, valorados en casi 4000 euros, está programado para hablar en cantonés y en inglés, aunque su software soporta otras 34 lenguas. Claro está, no nos podremos poner de cháchara con ellos, tanto respuestas como comandos de voz están enlatados.

La opinión de la clientela y los temores de los camareros

La entrada de los robots en el local no ha estado libre de fricciones. Mientras que los habituales del restaurante no se han opuesto a la idea, sí han remarcado que esperan que el uso de esta tecnología aún extravagante no repercuta sobre los precios de las consumiciones.

Los robots, ligeramente antropomórficos y con carácter femenino y jovial, distan mucho de la animatrónica. Puede que este haya sido uno de los motivos por los que la recepción entre la clientela haya ido como la seda, los diseñadores se han alejado del valle inquietante (la hipótesis sobre robótica expuesta por Mori ) tanto como han podido. Los robots, ejecutados en plástico de color blanco y rojo, disponen de un perfil suave y de una pantalla en la cabeza que les permite expresar «emociones» mediante emoticonos, pero nada que recuerde las expresiones faciales humanas en demasía.

La entrada de los robots en el local no ha estado libre de fricciones. Mientras que los habituales del restaurante no se han opuesto a la idea, sí han remarcado que esperan que el uso de esta tecnología aún extravagante no repercuta sobre los precios de las consumiciones.
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Por otro lado, no es tan bueno el parecer de los camareros, quienes ven cómo sus análogos robóticos son un paso más en el proceso de automatización que aqueja a una industria en permanente búsqueda de una mayor rentabilidad.

Rodando entre las mesas a una velocidad de 60 kilómetros por hora y exigiendo a sus jefes tan solo un trago de energía eléctrica de vez en cuando, Jacklyn Lim, asistente general en gerencia del Nam Heong, se ha apresurado a confirmar que ninguno de los 25 camareros del restaurante será despedidos. Pero sí que han cambiado sus atribuciones. Ya no sirven las mesas, se limitan a tomar los pedidos, limpiar y colocar la comida y la bebida sobre las «diosas» robóticas.

Paulatinamente el mundo ve cómo los robots toman las cocinas y mesas de restaurantes de todo el mundo. La Banda de Diosas se une ahora a P1L y N1C, los primeros robots camareros del mundo, y a los meseros cibernéticos del restaurante Kushuan, entre otros. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que desplacen a los profesionales de carne y hueso?

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