Diego Coquillat - El Periódico de los Restaurantes

Las cámaras 3D permiten evitar el contacto en los restaurantes

Desde hace unos meses la cantinela en los medios de comunicación no se sale de sota, caballo y rey. Representando en este caso las cartas el distanciamiento social, las medidas higiénicas extremas y el criterio de precaución.

Siendo así no es de extrañar que ahora que las restricciones se han aliviado en cierto modo, un porcentaje nada desdeñable de los potenciales consumidores no se sientan cómodos con la idea de regresar a su vida normal. Y en esta vida normal se incluye, por supuesto, uno de los pasatiempos favoritos de los españoles, quedar en algún bar con amigos para tomar una caña y unas tapas o visitar el restaurante con la familia para disfrutar de una comida especial.

Y es que antes de que de verdad regresemos al punto de partida en el que estábamos en febrero de 2020, los restaurantes tendrán que luchar contra el miedo y la desconfianza. Esto es algo que los profesionales del sector no pueden lograr con meras palabras, tienen que echar toda la carne en el asador para garantizar que los salones de sus establecimientos son seguros. Solo en estas condiciones volverá el flujo de clientela al que estábamos habituados antes de la crisis de coronavirus.

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Por todo el mundo aparecen conceptos innovadores que permiten mejorar el funcionamiento de los restaurantes mientras aprendemos a convivir con el virus de la COVID19, a la espera de un tratamiento o vacuna que nos despierte de esta pesadilla. Algunas de las ideas más interesantes pasan por el uso de cámaras 3D para minimizar el número de elementos del mobiliario del restaurante con los que el usuario entra en contacto.

Como bien es sabido, el coronavirus SARS-CoV-2 puede sobrevivir varios días en las superficies que alcanza. Dependiendo del material, textura, exposición a los rayos UV y a los agentes químicos empleados durante la desinfección, el tiempo de inactivación del virus puede variar desde unos pocos minutos, hasta una semana o más. Y aunque el patógeno no acceda a nuestro organismo directamente a través de la piel, el contacto con el virus es problemático pues a menudo nuestras manos se dirigen luego a las mucosas de la cara (boca, nariz y ojos por ejemplo) que sí pueden ser una vía de acceso peligrosa para el coronavirus.

Por ello, limitar el número de superficies tocadas por la clientela es un paso en la buena dirección. Y uno muy efectivo, dicho sea de paso.

Después de que el restaurante ya haya recolocado las mesas del salón para garantizar un distanciamiento suficiente entre los visitantes, cuando el establecimiento ya cuenta con suficiente gel hidroalcohólico y protocolos de higienización para cada rincón, es el momento de pensar más allá de los marcos preestablecidos.

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Las cámaras 3D son una sofisticada pieza de tecnología óptica que puede llevar la experiencia contactless a un nuevo nivel. Hay varias formas en las que estas cámaras tienen cabida en el restaurante.

Una de las más evidentes son los kioscos de autopedido. Estos dispositivos aparecen cada vez con mayor frecuencia en las cadenas de restauración organizada. No es ninguna sorpresa pues alivian las colas, reducen los tiempos de espera con los que tienen que lidiar los clientes y mejoran el rendimiento económico del local al fomentar que los pedidos realizados contengan más ítems o estos sean mayores márgenes de beneficio.

Sin embargo, con todos sus pros, los kioscos de autopedido se han convertido ahora en objeto de temor para los visitantes, y también en un fastidio para el personal del restaurante que se ve obligado a limpiar su pantalla táctil entre uso y uso. ¿La solución? Reconocimiento facial con cámaras 3D y chatbots conversacionales por voz. Gracias al reconocimiento facial el cliente puede ser identificado rápidamente y su historial de pedidos presentado en pantalla. El pago se vuelve también trivial si se usan monederos digitales con confirmación por reconocimiento facial. Y los chatbots permiten realizar acciones más complejas sin necesidad de poner la mano sobre el aparato en ningún momento.

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La robótica como camarero es otro de los frentes que también se beneficia enormemente de las cámaras 3D. Por un lado permiten comprender a la IA el entorno por el que discurren, identificado obstáculos, puntos de recogidas y destino de la comanda que portan. Todo esto contribuye a la labor de los autómatas, que cometerán menos errores y ejecutarán su cometido en tiempo récord.

Por otro lado, las cámaras 3D también facilitan un cumplimiento más estricto de las medidas de distanciamiento social que vienen impuestas desde la administración. Por ejemplo, con una cámara de zona instalada en el techo de un comedor y un software de control de aforo basado en inteligencia artificial se puede conocer en todo momento el número de personas presentes en el salón, cómo estas se agrupan, se mueven o interaccionan entre sí; y actuar si es necesario. Todos estos datos se pueden usar en pos de una mayor protección dentro de las paredes que conforman el restaurante.

No todas las aplicaciones de las cámaras 3D están estrechamente relacionadas con la seguridad de los clientes. En estos tiempos complicados inmediatamente posteriores al pico de la pandemia los restaurantes se ven obligados a eliminar todas las ineficiencias posibles. Esto también afecta a los trabajadores y a las tareas de gestión que tienen lugar en el negocio. Las cámaras 3D pueden utilizarse para eliminar algunas obligaciones que tradicionalmente recaían en el gerente del local, como pueda ser el control de la entrada y salida de los trabajadores, la llegada de proveedores al restaurante y similares situaciones que no aportan valor directamente a la actividad y es mejor automatizar para dedicar el tiempo liberado a asuntos más productivos.

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Es evidente que el potencial de las cámaras 3D es inmenso, no obstante, la tecnología todavía se ha explorado muy poco fuera de algunas aplicaciones que vienen integradas de fábrica como pueda ser el caso de los kioscos de autopedido de última generación. En cualquier caso, es interesante conocer las posibilidades que ofrecen para, en la medida de lo posible, implementarlas en nuestros locales. El objetivo debe ser en todo momento garantizar la salud de los clientes, solo así podremos volver a disfrutar de una economía sana.

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