Nueva York, una de las ciudades más multiculturales del mundo que congrega una hermosa mixtura de nacionalidades, hace tiempo, en los siglos XIX y XX, también albergó una gran comunidad de españoles conocida como “Little Spain” entre el Lower East Side y Meatpacking District.
Para sorpresa de algunos, la española, junto con la italiana en Little Italy, o la china, en China Town, fue una de las comunidades de mayor arraigo de Nueva York a partir de la década de 1860. Al oeste de la calle 14 empezaron a proliferar comercios, ultramarinos, restaurantes y centros de ocio en medio de los enormes rascacielos que inundaban Manhattan. En su apogeo, llegaron a vivir más de 30.000 españoles, procedentes, en su mayoría, del norte de la península. En los años 80 del siglo XX se fue diluyendo hasta prácticamente desaparecer en su totalidad.
Hasta la fecha, la llamada Spanish Benevolent Society, más conocida como “La Nacional”, ha sido la única entidad que se ha ocupado de mantener viva la llama y el recuerdo de lo que en su día fue un pedacito de España en la Gran Manzana. Y lo ha hecho sirviendo de cobijo a los escasos supervivientes de lo que en su día fue Little Spain y, ahora, organizando eventos culturales y ofreciendo elaboraciones españolas en su restaurante, con las que sigue atrayendo a curiosos y visitantes que siempre encuentran sus puertas abiertas.
A partir de marzo de este año, La Nacional ya no rema sola, ahora cuenta con un gran aliado con el que resurge de nuevo el alma española en la ciudad de las oportunidades. Y lo hace a lo grande, de la mano del chef José Andrés (pionero de la cocina española en los EEUU) y los hermanos Adrià, todos ellos, referentes internacionales de nuestra gastronomía que han hecho posible el proyecto gastronómico español en norteamérica, más importante hasta la fecha.
Bajo el nombre de Mercado Little Spain, han inaugurado un multiespacio con tres restaurantes, tres bares y quince quioscos de comida repartidos en una superficie de más de 3.000 metros cuadrados y capacidad para 1.200 clientes que cuenta con un equipo de 400 empleados. Para adaptarse al frenético horario de la ciudad que nunca duerme, funciona con horario ininterrumpido.
Para los restaurantes, han apostado por tres conceptos diferentes. Comenzamos con Leña, uno de los rincones más grandes de Mercado que ofrece todo tipo de elaboraciones a la brasa entre las que no faltan carnes que siguen la tradición vasca y asturiana, a deliciosas paellas.
Continuamos con Mar, centrado en pescado y marisco llegados de España, con recetas ligadas al Atlántico y al Mediterráneo.
Por último, encontramos Spanish Dinner, en cuya carta se han hecho hueco algunas de las elaboraciones más icónicas de nuestra gastronomía como el gazpacho, las gambas al ajillo, la tortilla de patata o la fabada (si se quiere apostar por un plato más contundente). Para los que prefieran un tapeo informal, cuentan con la opción de picotear en los llamados Kioskos.
Se trata de diferentes puestos especializados que ofrecen infinidad de tapas y raciones. La Barra, por su parte, ofrece una versión de la famosa “tortilla vaga” de Sacha, ensaladilla rusa, patatas bravas o mejillones “tigre”; los puestos dedicados al jamón, queso, embutidos y marisco (que ofrece opción de comprar y llevar a casa), son los idóneos si se va en busca de excelsa calidad y de los mejores proveedores.
En el puesto de bocatas y empanadas encontramos el clásico bocadillo de calamares, molletes o la empanada gallega; el de tortilla de patatas brinda la posibilidad de pedirla cuajada, en su punto o poco hecha; un quiosco de cocas; un puesto de churros con su chocolate; otro puesto de patatas bravas que se sirve con distintas salsas; un puesto de frutas y verduras con ensaladas y zumos; y dos dedicados al dulce, Pasteles, con todo tipo de tartas y dulces y Granja, con postres con el ineludible toque de Albert Adrià que ofrece desde crema catalana, arroz con leche, tarta de Santiago a tarta de queso al estilo de La Viña de San Sebastián.
Para poner fin a la experiencia también se puede optar por un helado de corte o un sorbete, ambos disponibles en el puesto de helados. Por si lo anterior fuera poco, han habilitado un espacio que funciona como tienda, El Colmado, con productos gastronómicos de todo tipo, como vinos, aceites de oliva, laterío, legumbres o libros de cocina.
Por último, la oferta de Mercado se completa con tres bares: Bar Celona, con esencia de vermutería, en el que también se sirven cócteles y tapas; Vinos, es el wine bar en el que se puede degustar, por copas, vinos españoles de las principales denominaciones de origen y algunas etiquetas de Jerez; y Diner Bar, con una selección de los cócteles más típicos, kalimotxos, sangrías o rebujitos que promete convertirse en uno de las esquinas más concurridas del mercado pues en él retransmiten partidos de fútbol.
Este imponente proyecto se levanta en Hudson Yards, una de las zonas más exclusivas de Nueva York que forma parte del mayor desarrollo inmobiliario privado de la historia de Estados Unidos, con una inversión de 25.000 millones de dólares. Concretamente, a los pies de High Line, y del nuevo icono de la ciudad, Vessel, que además convive con una zona comercial con tiendas, grandes hoteles y otros restaurantes de renombre como el de David Chang.
La ya conocida como Meca de la cocina y el diseño español se ha convertido en el indiscutible punto encuentro de los grandes chefs de la cocina española y de los proveedores más selectos. También, de los grandes diseñadores y artistas nacionales que han podido demostrar su talento a lo largo y ancho del espectacular diseño y decoración del local a cargo de Capella Garcia Arquitectura en colaboración con ICRAVE y de artistas de la talla de Javier Mariscal o Sergio Mora, responsable del mural que decora la entrada al mercado.
En términos gastronómicos, a pesar de que la huella española lleva presente en norteamérica desde hace mucho tiempo, gracias a este ambicioso proyecto ahora, la marca “made in Spain” ha conseguido su lugar, llegar a lo más alto. Y lo ha logrado a través de este concepto innovador y rompedor, concebido para exportar lo mejor de la gastronomía española, para mostrar una versión fiel de nuestra cocina y para reivindicar el saber hacer y la riqueza de la cultura española.
Por ello, no resulta osado afirmar que este imponente proyecto que continua la estela de otros exitosos proyectos gastronómicos similares que ya llevan camino recorrido como el italiano, Eataly, o el francés, Le District y, que han conseguido extender su red a lo largo del continente americano, va a marcar un antes y un después en el entendimiento, prestigio y disfrute de nuestra gastronomía.
Por ello, todo aquel que esté de paso por la Gran Manzana, haga un hueco en su itinerario para visitar Mercado Little Spain y prepárese para descubrir la mejor representación de la gastronomía española.
Dispóngase para entrar en una dimensión en la que es posible explorar y degustar las maravillas de la gastronomía española en cada esquina y para ser testigo de uno de los grandes hitos gastronómicos y culturales del año con el que se rinde el mayor homenaje a la cocina española que continúa el legado de aquella pequeña comunidad de españoles enraizados al oeste de la calle 14.