¿Te imaginas cenar en un almacén, un helipuerto o en un muelle? Todos ellos son sitios poco convencionales para situar un restaurante y, sin embargo, Dinner Lab ha conseguido convertirlos en el lugar de moda para compartir una cena con amigos, pareja o familiares e, incluso, personalizar tu propio menú.
La iniciativa se presentaba en un principio como un restaurante improvisado por “unos chicos hambrientos sin opciones nocturnas en Nueva Orleans”, tal y como se describen en su propia página web. Varios años de trabajo, sacrificio y algún que otro contratiempo les ha llevado a ser lo que son ahora: un reclamo entre la comunidad foodie norteamericana.
Los primeros pasos de Dinner Lab eran poco esperanzadores. Apenas dieciocho clientes se acercaron una noche de agosto de 2011 a un local con cubertería sacada de una casa de empeños cercana y en la que la cocina improvisada se caía a pedazos –literalmente, el techo se vino abajo repentinamente–. Un último contratiempo que hizo a los impulsores de la idea plantearse la situación. En palabras del director general Brian Bordainick, “pensamos que tal vez era una señal de que no deberíamos estar haciendo esto”.
Pero en julio de 2014, todo cambió cuando se lanzaron a la organización de eventos privados, contando como primer cliente con la multinacional Google. Poco a poco se fueron haciendo un nombre en el mercado a base de organizar banquetes como el de la ‘Boda blanca’ de Solange Knowles, hermana mayor de Beyonce. Y así fue como les llegó el éxito del que disfrutan ahora, habiéndose convertido en una cita obligada entre el mundo alternativo-hipster que busca nuevas experiencias gastronómicas.
El sistema de Dinner Lab es sencillo. En primer lugar, es necesario unirse a esta comunidad culinaria a través del apartado “Contratar” que aparece en su página web. Una vez estén preparados los eventos, el usuario recibirá en su correo electrónico los menús de cada cena para que escoja entre las opciones y adquiera el ticket del que más le guste. Con la reserva ya formalizada y tan solo un día antes, se comunica al cliente la ubicación exacta de la cita, también vía e-mail. Dados todos estos pasos, solo queda presentarse en el local de turno, facilitar el nombre en la puerta y disfrutar de la cena, sin olvidarse de la valoración posterior, algo en lo que se hace especial hincapié desde la organización.
También los chefs tienen voz y voto en este proyecto. A través de su propio apartado en la página web, los cocineros que deseen formar parte de Dinner Lab pueden registrarse de igual manera que el resto de la comunidad de usuarios, con el añadido de tener que enviar un menú de muestra. Una vez recibida la solicitud, el equipo de Dinner Lab se pone en contacto con el chef para ajustar su menú a los requisitos del público y poder así trabajar codo con codo con el resto de empleados el día asignado. Tras el evento, el cocinero tendrá la oportunidad de viajar por todo el país para participar en cualquiera de las diferentes cenas que se organizan, siempre y cuando los comentarios de los comensales sobre el sabor y la creatividad del menú, y la experiencia en general hayan sido positivos.
Ahora, todo esto les sabe a poco a los “chicos hambrientos” de Nueva Orleans, por lo que han decidido involucrarse en una innovadora aventura gastronómica. Lo que inicialmente se planteaba como una nueva forma de entender el dónde comer, ahora también quiere cambiar el qué comer. Según parte de la crítica estadounidense, el futuro de Dinner Lab pasa por abrir un restaurante en el que el cliente elegirá previamente su menú, para disfrutar así de lo mejor de acudir a un restaurante sin renunciar a la posibilidad de elección total que le permite el comer en su propia casa.
En la actualidad, la participación ciudadana está a la orden del día y cada vez son más las personas que tienen influencia en ámbitos en los que anteriormente no habían tenido un acceso tan ilimitado como hasta ahora. Es por esto por lo que es predecible el éxito de la nueva andadura de Dinner Lab, en la que el cliente no solo tiene la palabra a la hora del elegir el lugar, sino que tiene poder de decidir él mismo los platos que quiere degustar en cada cena.