Con los restaurantes cerrados, éstos se ven forzados a buscar fuentes alternativas de ingresos para no cerrar por completo su negocio. Parte de la ciudadanía entiende que este es un momento especialmente sensible para los pequeños negocios, así como para todos aquellos locales cuya actividad comercial estaba estrechamente ligada a la hostelería y el turismo.
El coronavirus nos ha unido más que nunca, y prueba de ello es que en el área metropolitana de Washington ha empezado a hacerse viral no el afamado SARS-CoV-2, sino el hecho de dar propinas virtuales a los restaurantes.
Fue el director de este periódico, Diego Coquillat, el que acuñó el término de la propina digital allá por el año 2015, basándose principalmente en el contenido que un cliente de un restaurante puede compartir sobre su experiencia, en forma de fotografía, de comentario, opinión, o recomendación. Quizás nunca pensó que hoy ese término tendría una descripción literal para combatir esta epidemia del Coronavirus y ayudar a los restaurantes a través de propinas económicas realizadas a través de los canales digitales.
Las propinas digitales se hacen de forma no muy diferente a las tradicionales. Mientras que en los restaurantes y bares de EE. UU. se suele tener un bote de propinas que se reparte a final de cada jornada, ahora, por la necesidad del distanciamiento social, el bote es una hoja de cálculo de Google Spreadsheets.
Se destinan decenas de hojas a las principales ciudades de los Estados Unidos, y cada una de ellas contienen los nombres de miles de baristas, chefs, camareros y otro personal hostelero que se han visto afectados por la crisis del coronavirus. Y en cada línea, junto al nombre de la persona y en celda aparte, aparece la forma deseada de pago que se puede usar para dar una propina virtual.
La medida es un paliativo, no un sustitutivo de los ingresos perdidos. En algunos casos los empleados solo reciben cantidades simbólicas, de forma que aprecian más el gesto que las propinas. En otros casos, los trabajadores consiguen acumular cantidades sustanciales gracias a las contribuciones de familiares, amigos, clientes habituales y el desconocido aleatorio de turno que siente la llamada de la cooperación en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir.
La idea parte de la treintañera Ana Owens, que vio cómo las ganancias de su novia, una barista en la ciudad de Washington, empezaban a contraerse días antes de que se declarara el cierre de los establecimientos de restauración en el estado.
El concepto no tardó en extenderse. Austin, Baltimore, Des Moines, Cabell… La lista de ciudades que se han apuntado a la moda de las propinas digitales sigue creciendo mientras se escriben estas líneas.
Y es que las propinas son muy importantes para los trabajadores de este sector en EE. UU., ya que su salario básico suele ser insuficiente para vivir y dependen por completo de la beneficencia demostrada por los comensales para pagar las facturas a final de mes. Por lo tanto, el movimiento por las propinas virtuales que ha surgido en el país es determinante para el bienestar de estos trabajadores.
Sin embargo, fuera de las fronteras de Estados Unidos los restaurantes operan de forma completamente diferente. Es por eso que en una de las naciones colindantes, México, la alternativa a las propinas virtuales sea muy diferente.
Allí están intentando mitigar los efectos del coronavirus sobre la economía mejicana mediante la emisión de bonos culinarios, una suerte de tarjetas regalo que apelan al espíritu cooperativo y prosocial de sus ciudadanos.
Así, los interesados en ayudar a los restaurantes del país pueden adquirir bonos culinarios por valor de 500 o 1000 pesos mejicanos.
La idea es una propuesta del portal gastronómico Culinaria Mexicana que, desde su cuenta de Twitter, mantiene informados a los profesionales de los restaurantes locales. El concepto ha hecho furor y los responsables del perfil se ven obligados a actualizar regularmente el listado de locales que participan en el proyecto a causa de la constante afluencia de nuevos interesados.
Tanto es el interés suscitado, que la página web de Culinaria México está sufriendo a causa de la cantidad de peticiones de acceso, y como si se tratase de un improvisado ataque DDoS, los cientos o miles de internautas que desean consultar si su restaurante favorito ha emitido bonos culinarios tumban el portal, haciendo que sea necesario consultar los listados previos, donde figuran reconocidos negocios mexicanos como Achiote, Amatxi, Belfiore, Belforno, Casa Melones, El Andariego, El Chaparrillo Mexican Sweets, Fasto, Fonda El Albur, Gluttiere, Go Fox Restaurante Temático, Jardín Nebulosa, Melting Pot, Philly’s, Poki Ramen House, Rincón Barrilaco, Rustic Kitchen o Tacos La Cecinería.
El bono culinario de Culinaria Mexicana es un acto de buena fe, y queda a decisión de cada negocio cómo se recompensará el canje del mismo, aunque se ha recomendado vehementemente que se intercambie por una comida de similar valor.
La idea de los bonos culinarios ha tenido éxito en el entramado empresarial de México y por ello han aparecido símiles. Uno de ellos son los bonos culinarios gestionados por la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, que difieren de los otros en que los restaurantes asociados a la CANIRAC se comprometen a ofrecer una comida por valor mayor a la del bono adquirido por el futuro comensal.
Esto ha desatado cierta polémica y controversia ya que la idea original de los bonos era que los ciudadanos preocupados por el cierre de pequeños restaurantes tuvieran un medio inequívoco por el cual apoyar desinteresadamente, como si de una donación se tratara, para evitar el cierre de los locales que pueblan sus ciudades.
Estamos felices de que @canirac en #Colima hayan adaptado la idea de la campaña de los #BonosGastronómicos aquí les dejamos la propuesta estatal. Ellos han organizado a sus agremiados bajo el esquema de pagar un porcentaje mayor al final de la crisis. pic.twitter.com/Ox3fOjD4lj
— Culinaria Mexicana (@cmexicana) March 22, 2020
Así, los bonos de CANIRAC proyectan un sentimiento mucho más comercial pues se emiten en tres formatos de 200, 500 y 1000 pesos mejicanos que se podrán canjear al término de la cuarentena por comidas valoradas en 260, 650 y 1650 pesos mejicanos respectivamente. Según Culinaria Mexico esto depositaría estrés adicional sobre restaurantes como las Birrieras Pomposo, los Café Colibrí, Leños Pizza o los establecimientos del Grupo Rincón, algunos de los negocios que participan en los bonos culinarios de la cámara de comercio.
Puede que sea por este motivo que los hashtags #SalvemosRestaurantes y #BonosCulinarios estén siendo profundamente dinamizados por Culinaria México. A diferencia de la iniciativa de CANIRAC, estos movimientos cuentan con un tremendo soporte del tejido empresarial del país, siendo ya más de 200 locales los que participan y miles de tweets los que apoyan las campañas.
Y mientras en América hay choques por decidir qué medias son las más apropiadas, parece que en España hay una clara falta de opciones para los profesionales de los restaurantes más afectados. Habrá que esperar a ver si surge alguna. ¡Estaremos atentos!