Es la época dorada de las apps contra el desperdicio de alimentos. Proliferan por todo el mundo aplicaciones locales que pretenden reducir la comida no utilizada en restaurantes, cafeterías y otros establecimientos de alimentación.
La abundancia de soluciones indica que el nivel de concienciación respecto a este problema ha alcanzado una masa crítica que permite pasar a la acción. Por otro lado, la pluralidad de versiones, como la plataforma weSAVEeat, es un claro indicador de que ninguno de los programas que han llegado al mercado domina sobre los demás.
Ese periodo de inestabilidad puede estar próximo a su fin. En 2016, surgían dos interesantes aplicaciones en Finlandia y Alemania. En el país nórdico llegaba a los mercados digitales de aplicaciones ResQ Club de la mano de Tuure Parkkinnen y sus socios. En Berlín aparecía MealSaver, creación de la danesa residente en el extranjero Mai Goth Olessen.
A finales de primavera de 2017, tenía lugar la fusión de ambas iniciativas en un proyecto que, después de afianzarse en Suecia, Alemania y Finlandia, busca expandirse por el resto de Europa. Y las naciones bañadas por el Mar Mediterráneo son territorio inexplorado.
Sauli Böhn, director ejecutivo de ResQ Club y programador original de importantes secciones de código reutilizado en las apps contra el desperdicio de alimentos, comentó a El Español que “España es un mercado que nos intriga, y está en la hoja de ruta. En lo que a fechas respecta, lo único que puedo decir es que estén atentos”.
La aplicación ResQ Club pone en contacto a los consumidores con los propietarios de restaurantes, bares y cafeterías para vender los productos del día que irían a la basura y sacarles algo de rendimiento.
El objetivo es facilitar la comunicación entre ambas partes para consumar la venta por parte del establecimiento de comida que está en buenas condiciones pero que, por diversos motivos y salvo que fuera venida a través de este canal, acabaría sumándose al resto de desperdicios del local en cuestión.
La empresa ResQ Club se lleva un porcentaje de esa venta que varía según el establecimiento que ofrece la comida. La cuestión es que, en el sur de Europa, el 20% de la comida que se produce en los restaurantes acaba en la basura por una y otra razón.
La rápida expansión que está experimentando este sistema para reducir la comida tirada en los restaurantes se debe al patrocinio de Perter Carlsson y otros inversores de renombre internacional que dinamizaron la empresa con un aporte económico de más de 1,5 millones de euros.
La clave de la viabilidad económica
La viabilidad económica del proyecto se reafirma con la participación de estas “ballenas” financieras. Si bien nunca estuvo en entredicho. A diferencia de otras apps contra el desperdicio de alimentos que solo realizan una acción social en el campo de la sostenibilidad alimentaria, ResQ Club percibe un porcentaje de cada venta que se hace a través de su sistema.
El monto varía según el importe del plato ofrecido y el acuerdo pactado con el dueño del restaurante, pero con 1900 establecimientos asociados, 250.000 usuarios activos y 500.000 platos salvados, se deduce que las empresa tiene beneficios.
Böhn, que está al frente de un pequeño equipo de 24 personas, dice que tras la fusión y antes de comenzar a explorar los mercados del sur, es necesario reajustar la estrategia empresarial. Según la visión de Marie Ohnesorge, miembro de ResQ Club, la app pasará a ser “una solución cómoda para cualquiera que quiera disfrutar de una comida de calidad rentable”.
De la noche a la mañana la start-up, ha decido elevar los estándares de los restaurantes con los que colabora, parafraseando a Marie: “Queremos trabajar con restauradores que apoyen nuestra filosofía y que ofrezcan productos de alta calidad” y crear “menos desperdicios, más respeto por la buena comida”.
Una especie de mezcla inédita entre sostenibilidad alimentaria y rentabilización de productos no vendidos en restaurantes de alto standing.