El potencial de los drones como vehículo autónomo para el reparto de comida todavía está muy poco explorado. Domino’s Pizza fue de las primeras empresas de restauración organizada que se animaron a probar la tecnología, pero tras ella ninguna otra gran compañía del sector tomó el relevo: la normativa vigente sobre el uso de drones en espacios urbanos es muy restrictiva.
Más éxito han cosechado los campos de golf. Dado que las instalaciones cubren amplias extensiones lejos de los núcleos de población, los drones pueden sobrevolar la zona con mayor libertad. En el The Grove XXIII, el campo de golf del exjugador de baloncesto Michael Jordan, los drones llevan bebidas y tentempiés a los jugadores que están desperdigados por los diferentes hoyos.
No deja de ser una aplicación de nicho, a la espera de que una mayor laxitud en las leyes permita el uso de drones para el reparto de comida a domicilio en las ciudades. Mientras tanto, apuestas muy concretos como la del The Grove XIII van surgiendo por doquier. En España, concretamente en las Islas Baleares, la empresa Aerocamaras ha establecido el servicio Drone to Yatch mediante el cual llevan comida a los yates que se encuentran mar adentro.
Ahora, una nueva apuesta por los drones hace acto de presencia en Israel. En este caso, para llevar sushi hasta los comensales que quieran disfrutar de este manjar oriental en la comodidad de sus casas, lejos de los conflictos que golpean al país.
High Lander y el interés israelí por los drones
Israel ha invertido ingentes cantidades de dinero en el desarrollo de tecnología para RPAS o UAV (vehículos aéreos no tripulados). La empresa High Lander es una de las líderes locales en este sector. El equipo humano que conforma la compañía es el responsable de los drones de delivery que ahora reparten sushi y cervezas por Tel Aviv, la capital del país.
Uno de los desafíos con los que se han encontrado en la start-up es la dificultad que entraña manejar flotas de drones fabricados por diferentes marcas. Han tenido que desarrollar un software específico para controlar de forma centralizar todas las unidades que tienen en propiedad. De esta forma, pueden poner en valor las distintas especificaciones de los modelos en su haber para ejecutar las entregas con mayor eficacia. Esta versatilidad se traduce en un mejor servicio; lo cual, a su vez, mejora la experiencia de usuario y la satisfacción de los clientes que confían en High Lander para repartir sus pedidos de comida online.
Por el momento todo es una prueba piloto. Esta se ha desarrollado para demostrar la viabilidad del proyecto. La experiencia ha contado con un presupuesto de seis millones de dólares y ha sido todo un éxito. Daniella Partem, de Israel Innovative Authority, imagina hordas de drones sincronizados surcando los cielos de la ciudad mientras reparten medicamentos, seguridad y comida por las abarrotadas calles de la capital. «Nuestra meta es crear un mercado competitivo en Israel que no esté dominado por una única compañía. Si trasladamos los vehículos de las calles al aire, podemos tener un efecto positivo sobre el tráfico, reducir la polución…, podemos crear un entorno mejor y más seguro para la entrega de bienes», indicaba Partem satisfecha.
El potencial de los drones para el mundo de la hostelería
De acuerdo a Michael Horowitz, de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.), los drones que Israel está empleando son adaptaciones de sus modelos militares, por lo que sus prestaciones son realmente punteras. Esto está permitiendo que las empresas locales se aprovechen de una tecnología muy avanzada que de otro modo tendrían que desarrollar de forma independiente, algo que solo estaría al alcance de un puñado de gigantes, como podría ser el caso de Alphabet o Amazon en Estados Unidos. De esta manera, hay una ligera democratización del segmento del delivery vía aérea, lo que podría resultar en un estallido de innovación.
Esa es la apuesta del pequeño país de Oriente Medio. Si las empresas israelíes son capaces de desarrollar un servicio excepcional, el interés que este suscitaría trascendería sus fronteras, alcanzando los principales mercados del planeta. De hecho, High Lander ya tiene clientes repartidos por todo el globo: Japón, Corea del sur, Francia, EE. UU e incluso algunas ciudades de África.
La promesa de repartir comida en tiempo récord es muy tentadora. Algunas otras iniciativas que todavía no han salido del marco teórico hablan de completar el reparto de comida a domicilio en menos de diez minutos independientemente de en qué rincón de la ciudad haya que hacer la entrega. Este es un plazo que sería imposible cumplir empleando transportes tradicionales como el coche, la moto o la bicicleta, todos ellos vehículos muy usados en el segmento del delivery en la actualidad.
Todavía habrá que esperar a que estas nuevas apuestas lleguen al mercado y demuestren que, efectivamente, pueden lograr lo que prometen. En todo caso, el reparto con drones se erige como un segmento de extremo interés en el mercado de la movilidad.