La búsqueda de empleo en EE. UU. ya no es la que era tres décadas atrás. Algunos padres se sienten frustrados cuando sus hijos van a buscar su primer empleo y vuelven, día tras día, con las manos vacías.
Ha cambiado la forma en la que se trabaja. Ha cambiado la forma en la que se entregan los currículos. Y ha cambiado el tipo de trabajador que se busca a la hora de cubrir un puesto.
Justo este punto es el que finalmente podría hacer desaparecer una típica estampa de los restaurantes de comida rápida en EE. UU.: los empleados juveniles en caja y fogones, dándolo todo en su primer trabajo.
De acuerdo con un informe publicado recientemente por Bloomberg, los mayores empiezan a desplazar a los más jóvenes en este tipo de puestos de trabajo. De hecho, las ofertas de trabajo están siendo colocadas en los tablones de anuncios de los centros de la tercera edad, así como en aplicaciones especializadas y web orientadas a los más mayores, como pueda ser el caso de la página de la Asociación Americana de Personas Retiradas (AARP).

¿Pero cuál es el fenómeno que subyace a esta tendencia? ¿Por qué en pleno 2019 los jóvenes en búsqueda de oportunidades de trabajo ven como personas retiradas acaparan los pocos puestos disponibles?
La respuesta no deja en muy buen lugar a los más jóvenes.
Lejos de ser alguna triquiñuela para ofrecer salarios más bajos a los mayores, el problema reside en que los ancianos pueden realizar su trabajo de forma más efectiva que los jóvenes. Son dos los principales motivos por los que su desempeño laboral es superior. En primer lugar no llegan tarde. Ya sea una reunión o la hora a la que comienzan las tareas diarias en el local, los millennials más jóvenes y los trabajadores de la generación Z tienen serios problemas con la puntualidad. No ocurre así con los mayores.
El otro punto es aún más importante si cabe. Las comunicaciones en el espacio de trabajo deben realizarse de forma que disminuyan situaciones de tensión entre trabajadores, y entre trabajadores y gerente. Los más jóvenes no tienen experiencia laboral previa que les permita comunicarse garantizando estas cualidades y de manera efectiva. En consecuencia, el número de roces que aparecen con los compañeros de trabajo es elevado. En contraposición, aquellos que han tenido toda una vida de experiencia trabajando con otras personas saben bien cómo han de hablar para que las relaciones en el espacio de trabajo se mantengan sanas y las conversaciones que surjan trasmitan de forma efectiva la información que cada uno de los implicados necesita.

El resultado de estas dos carencias es que los jóvenes están siendo desplazados, como ya adelantábamos. Aunque pudiera pensarse que esto es inherentemente negativo, la verdad es que no todo es blanco o negro.
Al contratar a gente mayor en el local se está luchando también contra una epidemia social que aqueja a todo el mundo desarrollado: el abandono de los mayores. Muchos de estos trabajadores de avanzada edad están encantados de poder escapar del tedio y aburrimiento diario al que están sometidos. La jubilación suena bien en principio, pero bastan unos meses para darse cuenta de que estar desocupado no tiene por qué ser positivo para la persona. Y el dinero extra no viene nada mal, ya que la jubilación en EE. UU. se realiza de forma privada y mediante una pensión contributiva, de manera que cualquier ayuda es bien recibida.
Los restaurantes de comida rápida están poniendo en valor el talento humano y la experiencia laboral de los trabajadores mayores para que hagan las veces de un entrenador o instructor. Mezclando a los más jóvenes con aquellos que han pasado toda la vida trabajando, estos últimos pueden enseñar a los recién llegados cómo han de comportarse, ética de trabajo y qué se espera de ellos. De esta forma transmiten valores de suma importancia que mejorarán no solo su desempeño en el local de restauración, sino en cualquier puesto de trabajo al que accedan en el futuro.

La transmisión de habilidades entre generaciones ayuda a reducir el número de incidencias que surgen al atender a los comensales en caja, mejora la forma en la que el servicio de camarería atiende a la clientela que espera en las mesas, y pone a los más jóvenes en un buen punto de partida para resolver los problemas que, de una u otra manera, siempre acaban apareciendo en los restaurantes.
A cambio de todas estas ventajas, los restaurantes de comida rápida solo están compensando a estos trabajadores mayores con el salario mínimo. Por suerte, los ancianos tienen la posibilidad de trabajar a media jornada o parcialmente, solo dedicando algunas horas cada día. Algunos, como el exprofesor Toni Vartanian-Heifner de 67 años, que ya planea quedarse alrededor de un lustro en el restaurante de comida rápida que lo ha contratado, están profundamente satisfechos con haber regresado a la población activa.