El reparto a domicilio de comida es un segmento de mercado de aparición más o menos reciente en el sector de los restaurantes. Si bien es cierto que algunos nichos han contado con este servicio desde hace décadas (por ejemplo las pizzerías), la realidad es que su enrobustecimiento comenzó con el boom de las tecnologías de telecomunicación digitales y con el cambio en los hábitos de consumo de los clientes, propiciado en gran medida por las nuevas necesidades de los consumidores millennials.
Dado que es un mercado todavía joven, está sujeto a cambios y falto de regulaciones. Una de las últimas novedades que han aparecido entre los servicios prestados por las compañías de reparto domiciliario de comida ha puesto de manifiesto una posible brecha en la seguridad alimentaria de las empresas.
Hablamos de los restaurantes virtuales, también conocidos en ocasiones como restaurantes fantasma. Estos restaurantes no existen físicamente, sino que solo son una interfaz en las apps móviles de las empresas de reparto de comida a domicilio. Los restaurantes virtuales cuentan con los productos de restaurantes externos o de cocinas compartidas para ofrecer su servicio, de esta forma su catálogo puede contar con un sinfín de opciones sin que ello repercuta en la logística del negocio.
Deliveroo, Just Eat, Glovo y Uber Eats ya están usando estas soluciones para agilizar las transacciones en sus aplicaciones. Gracias al sistema pueden promover la venta de artículos que de otro modo no tendrían salida en el mercado.
Sin embargo todo apunta a que estas empresas han pasado por alto algunas cuestiones de seguridad. Especialmente flagrante es el caso que se dio a conocer en los medios hace unos meses y que afecta a las operaciones de Deliveroo en Reino Unido.
La historia comienza con un joven llamado Josh Pieters. Josh es uno de esos chavales que ha conseguido su pequeña taifa en YouTube. Actualmente el youtuber cuenta con más de un millón de seguidores, hito que ha alcanzado subiendo vídeos gastando bromas o contando historias interesantes para su público juvenil.
El 7 de septiembre de 2019, Pieters subía un vídeo titulado Vendí comidas calentadas en el microondas en Deliveroo. Actualmente es uno de sus producciones más populares, rozando los 4 millones de reproducciones.
En el vídeo, Josh dice en tono de mofa que cada noche Deliveroo reparte la cena a 45 000 compatriotas, mientras que otro millón tiene que contentarse con comida precocinada calentada en el microondas. De ese banal comentario surgió una idea: intentar vender comida precocinada de un supermercado a través de la afamada compañía de reparto domiciliario de comida.
Pieters, como el emprendedor decidido que es, se puso manos a la obra. Lo primero que tenía que conseguir es ser aceptado en la aplicación. No perdió ni un solo segundo en comenzar los trámites legales para la apertura de un restaurante oficial, y acto seguido dedicó sus energías a montar una maqueta de página web que pareciese suficientemente profesional como para pasar la criba.
Deliveroo solicitó entonces alguna información complementaria para su sistema: dirección, nombre del establecimiento, informe de sanidad… Este último punto necesitó algo de ingeniería social. Durante las conversaciones telefónicas con los agentes de Deliveroo, Josh y compañía seguían encontrándose con este escollo. Hasta que un día su interlocutor le informó que podía iniciar su actividad siempre y cuando notificase al concejo municipal para que emitieran dicho informe. Este espacio en el limbo es el que Josh y sus amigos emplearían para grabar su vídeo sirviendo comida precocinada calentada en el microondas a través de Deliveroo.
Así nació el The Italian Stallion, fundado en la casa del youtuber y en el que servían platos tan exquisitos como una bandeja de pasta con gambas picantes recién comprada en la tienda de alimentación más cercana.
La intención del creador de contenido no era ni exponer las prácticas de Deliveroo ni timar a los consumidores, él solo quería dar un espectáculo. Cuando Josh publicó descuentos del 40% en su restaurante virtual, los pedidos online comenzaron a fluir. Esto fue algo inesperado para ellos, pero cumplieron con creces; enviaron el pedido a través de Deliveroo, junto con una nota aclaratoria y la devolución del importe pagado por el cliente, todo ello con el desconocimiento de la empresa de reparto a domicilio, la cual solo se enteraría del asunto días más tarde, cuando los medios se hacían eco de la historia.
Aunque el modelo de negocio de Josh funcionaba y los clientes estaban satisfechos con el sabor de la comida, el joven influencer prefirió seguir con su carrera en YouTube. Desde entonces su popularidad no ha hecho sino aumentar, su último vídeo Engañé al mundo con la asistencia de un falso Ed Sheeran al combate entre KSI y Logan Paul ha batido todos sus registros de audiencia, llegando a 7.7 millones de personas. ¿Tal vez es un buen momento para sacar una secuela del The Italian Stallion?