El joven estudiante estadounidense Robert Lee ha sido el primero en crear, junto a un grupo de amigos, una organización sin ánimo de lucro que pretende aprovechar la comida que los restaurantes desperdician.
Robert es hijo de una familia humilde de inmigrantes coreanos, por lo que siempre ha sabido la importancia de aprovechar todos los alimentos. Pero fue en la universidad, momento en que se unió a un grupo de estudiantes que llevaba sobras de comida a personas sin recursos, cuando descubrió realmente la magnitud de este problema.
En Estados Unidos, país de residencia de Robert, una de cada seis personas no sabe si podrá comer cada día, mientras que el sector de la hostelería estadounidense llega a deshacerse del 40% de la comida que produce. Sin duda, una gran contradicción a la que este joven ha sabido darle solución.

Un problema que no solamente tiene lugar al otro lado del Atlántico, ya que, según las últimas estadísticas publicadas por el INE sobre centros de atención a personas sin hogar, en España se ha producido un incremento del 12% en la demanda de comida de estos albergues.
Los inicios de este increíble proyecto social
El joven Lee afirma que “sólo con la cantidad de comida que se desperdicia es suficiente para erradicar el hambre”. Por ello, se puso manos a la obra con ayuda de su compañera de universidad Louisa Chen, y fundaron la organización Rescuing Leftover Cuisine. El objetivo de este proyecto era poder recolectar las sobras de la cocina de cualquier restaurante de la ciudad de Nueva York, para poder entregárselas a personas que verdaderamente lo necesitan. Con este fin, reciben la ayuda de voluntarios que hacen las recogidas a pie.
Este estudiante ha demostrado que promover la solidaridad es realmente sencillo y solamente requiere de una iniciativa que motive a las personas. Tal es el interés que ha suscitado este novedoso proyecto que, a pesar de su corta vida, ya se ha expandido a otras ciudades del país. Un éxito que ha sido posible gracias al inteligente uso que han hecho de los recursos.

Los voluntarios pueden inscribirse en un calendario disponible en Internet, eligiendo aquellos días y franjas horarias que mejor se adaptan a sus necesidades. Una herramienta que hace que sea realmente fácil dedicar una pequeña parte de la rutina diaria a actividades de altruismo. Además, las rutas nunca superan los 30 minutos de distancia caminando, por lo que no suponen una gran inversión de tiempo para ninguna de las personas involucradas en el proyecto. Todo ello, ha significado una avalancha de inscripciones.
Donde esta bonita iniciativa ha encontrado más obstáculos ha sido sorprendentemente por parte de los restaurantes. Cuando comenzaron con él, tan solo obtenían “cinco socios de cada 100 personas a las que contactábamos”, explica Robert. Esto se debía a que los responsables de los establecimientos pensaban que tendrían una responsabilidad legal sobre esas donaciones, por lo que no se atrevían a hacerlo. No fue hasta que la organización hizo una labor educativa, explicándoles que legalmente no eran responsables, que la iniciativa empezó a ganar socios.
El resultado obtenido
Lo que la organización realmente persigue es reducir el desperdicio de alimentos por parte de los restaurantes. Por ello, cada mes envían a sus socios un completo informe, en el que se les muestra la cantidad de comida que se dona diariamente.
De esta forma, los negocios pueden hacerse una idea de aquello que están haciendo mal y tomar conciencia en el asunto. Una vez sean conscientes del verdadero problema, pondrán los medios necesarios para reducir las sobras al mínimo posible.
En España se puso de relevancia este hecho, en el primer debate sobre desperdicio de alimentos llevado a cabo por la OCU. Más de 7 millones de toneladas de alimentos son desperdiciadas cada año en el país por diferentes motivos, como los excedentes de producción y las fechas de caducidad. Entre el 30% y el 50% de los alimentos comestibles son desechados.

Una cifra realmente alarmante que con jóvenes como Robert, podría verse seriamente reducida. Clara prueba de que en el mundo hacen falta personas como este joven estadounidense, que ha sabido dar la vuelta a una situación negativa.
Rescuing Leftover Cuisine aún mantiene sus oficinas centrales en la ciudad de Nueva York, pero ha ampliado su radio de acción a otras ciudades de Estados Unidos. Desde sus comienzos en el año 2013, su desarrollo ha sido imparable. Esta organización sin ánimo de lucro ha pasado de las tres toneladas de comida, a recoger un total de más de 125 toneladas en 2015. Una cantidad de alimentos que ha significado el poder ofrecer una cifra superior a los 236.600 menús para personas sin recursos.
Sin duda, todo un ejemplo de solidaridad que debería ser seguido por muchas más personas en todo el mundo.