El consumo de marihuana ha estado estigmatizado y lo sigue estando, pero cada vez más, encontramos una mayoría de consumidores que desean y reclaman ser atendidos. En consecuencia, muchos locales adaptan su oferta para los consumidores habituales o esporádicos, de marihuana. Te presentamos algunas iniciativas.
Sabemos que en muchos países fumar en establecimientos está completamente prohibido, pero el cannabis tiene varias formas de ser consumido. Hace meses ya os adelantábamos que las recetas con marihuana se estaban haciendo muy famosas en Estados Unidos y, cada vez más, en nuestro país. Estos locales lo saben y atraen a una parte de la población que ha tenido que recurrir a reuniones privadas para disfrutar de su afición por el cannabis.

Green House Kitchen es uno de los mejores ejemplos de la nueva cultura de la marihuana, que se desarrolla perfectamente en países como Holanda y es algo así como la “alta cocina para los amantes del cannabis”. En este restaurante, como adelantábamos, no se permite fumar pero sí vaporear, no solo marihuana sino también otras hierbas. Y todo ello mientras se disfruta de una experiencia gastronómica de alto nivel. En el restaurante no se quema nada, así no se liberan partículas tóxicas. Y si no quiere vaporear marihuana puede optar por la lavanda o la menta.
Pensaréis que cumple con la legislación al no permitir fumar pero ¿no la quebranta al venderla? El rol de la marihuana en la filosofía del restaurante es un poco ambiguo: combinar el vaporear marihuana con comer es algo a lo que los dueños del restaurante animan, pero no tienen permitido vender marihuana a los clientes. Puedes elegir entre manzanilla y romero para vaporear pero la marihuana, la tienes que poner tú.

Green House Kitchen está situado cerca de un local de Greenhouse, la cadena de coffeeshops más famosa del país. El restaurante lo dirige Celester Roskam, la hija de Arjan Roskam, quien es una celebridad en el mundo de la marihuana, famoso por sus documentales sobre la búsqueda de semillas de cannabis. Arjan quería participar en el sueño de su hija de montar un restaurante y Green House Kitchen es el resultado final.
Durante un tiempo padre e hija estuvieron dándole vueltas a la idea de fumar dentro del local, si esto encajaba o no con la cultura de restaurante que tenían en mente. A Celester no le gustaba la idea de que se fumara dentro, no quería dirigir un local donde incluso las personas que optaran por evitar fumar marihuana pudieran drogarse accidentalmente. El vaporear solucionó el problema. “De esta manera también podríamos poner especias en la mesa que realmente complementan la comida cuando las vaporeas”, explica Celester.
https://www.youtube.com/watch?v=Q6Q5mVsyD3g
En un país con una cultura cannábica tan rica como Holanda, supone una nueva forma de introducir la marihuana en los restaurantes. Aquí un testimonio sobre la experiencia.
Clubs de fumadores en España
En 2014 un reportaje publicado en elpais.com calificaba a España como la “nueva meca del cannabis” en referencia a esos clubes de marihuana que han proliferado en Cataluña, País Vasco y Madrid como forma de activismo y tras la ley antitabaco que explicitaba que solo se podría fumar en lugares cerrados (fuera de los domicilios) constituidos en clubes privados de fumadores. Estas asociaciones entienden que la ley se refería al tabaco y sus derivados, y que solo se excluía a las drogas duras. Por lo tanto, si podían asociarse para fumar tabaco, también podían hacerlo para fumar marihuana o hachís.
Como decía Porretas en su oda a la marihuana “Y ahora en estos tiempos, la fuma todo el mundo, aunque no trabaje, aunque no tenga futuro…” y en estos clubes los fumadores encuentran su lugar y gente con la que compartir su afición. No solo se despachan variedades de marihuana, resinas o extracciones (derivado del hachís producido con gas). Aquí la gente también toma algo mientras charla. La Milla Verde, por ejemplo, es una de las 300 asociaciones cannábicas del área metropolitana de Barcelona en la que, además de dispensar marihuana o servir bebidas, hay conciertos de jazz, sesiones de disc jockeys, talleres de cocina o exposiciones de pintura.
Cada una de estas asociaciones han crecido dentro de un vacío legal que ha permitido su aumento exponencial en España. Los 160 locales de este tipo que encontramos en Barcelona logran que esta ciudad compita, en términos turísticos, con los 198 coffee shops de Amsterdam.

Según las fuentes del sector que cita el elpaís.es, se calcula que solo en Cataluña estas entidades facturan cinco millones de euros al mes. Quizá por ese volumen económico y por su irreversible implantación, los Gobiernos de Cataluña y País Vasco estudian su regulación aunque con escaso éxito.
A nivel estatal, el consumo de España se sitúa en el cuarto puesto europeo tras Dinamarca, Francia y la República Checa, según el informe anual de 2014 presentado por el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT), más de un 27% de los adultos españoles ha consumido cannabis a lo largo de su vida.
¿Marihuana a domicilio?
En Barcelona la marihuana se puede comprar sin levantarse del sofá, lo que necesitas es conexión a internet, seleccionar la variedad y en hora y media un transportista te la entrega a domicilio. El vacío legal en el que se asientan los clubes de fumadores se ha traducido, sobre todo en la capital catalana, en una interpretación a medida dependiendo de cada club.
En elpaís.es de junio de 2014 se contaba como el club Stash (alijo, en inglés) distribuía exclusivamente la droga mediante envíos a domicilio y ni siquiera disponía de un local para que los socios la consumieran. Algo que molesta a muchos clubs que realmente sí funcionan con cultivos compartidos entre sus socios y donde los miembros se conocen.
En este caso, tanto los juristas consultados como la CatFAC (Federación de Asociaciones Cannábicas de Cataluña) coinciden en que “esta actividad es ilegal, ya que el cannabis no se distribuye en el recinto privado de la asociación y su tenencia y distribución en la vía pública están sancionados por ley” afirmó el portavoz de la CatFAC.
Los juristas incluso dicen que podría suponer un delito contra la salud pública, recogido en el Código Penal. Xaus advierte, no obstante, que este mismo problema también lo tienen las asociaciones a la hora de transportar la marihuana desde los cultivos hasta sus locales. Aún así, asegura que el colectivo cannábico nunca ha solicitado que se regule la entrega a domicilio en el código de buenas prácticas sobre la materia que se debatirá en el Parlament probablemente después del verano, según han explicado los expertos.