Varios han sido los intentos por cambiar de look al Big Mac desde su aparición en 1968. El último es el de una estadounidense que ha cuidado tanto la comodidad como el diseño exterior del envase. ¿Quién dijo que McDonald’s y el glamour son incompatibles?
Jessica Stoll, estudiante de diseño industrial en la Universidad Estatal de Arizona, se ha replanteado algo tan corriente como es el envase del Big Mac, el menú más popular de la cadena de comida rápida McDonald’s. Hasta ahora nadie había visto esa necesidad pero la joven estadounidense se ha imaginado una nueva ‘vestimenta’ para esta hamburguesa y sus complementos, en un ejercicio de búsqueda de la practicidad para la vida cotidiana. El proyecto se basa en un modelo de envase tres-en-uno, más fácil de transportar, ajustable a las situaciones del día a día y, por supuesto, a la moda.
El envase se centra principalmente en una bolsa portátil, más consistente que la habitual bolsa de papel, perfecta para transportar allá donde vayamos. Está preparada para poder llevar tanto la hamburguesa como las patatas fritas en el mismo recipiente, evitando así los envases independientes para cada producto.
Si queremos llevarla mientras andamos por la calle, podremos usar las asas como si de una bolsa de la compra o un bolso se tratase, tal y como se muestra en la fotografía.

Si preferimos sentarnos a disfrutar de nuestro Big Mac, no tenemos más que posar la bolsa sobre una mesa o una superficie plana y cómodamente tendremos tanto la hamburguesa como las patatas fritas a nuestra disposición sin necesidad de sacarlas del envase. Sin bien es cierto, la hamburguesa viene en un pequeño envoltorio ajustable tanto a su espacio en la caja como a la palma de la mano, pensado para no tener que desenvolverla totalmente como se viene haciendo hasta ahora.

Pero, sin duda, lo revolucionario de este nuevo diseño es su versión para el coche. Stoll observó que gran parte del día del americano medio se desarrolla en su vehículo, yendo de casa al trabajo y del trabajo a sus otros quehaceres. Todo este ajetreo no deja demasiado tiempo para disfrutar de una comida al calor del hogar, por lo que muchos optan por un veloz paso por el McAuto de turno y comer durante el trayecto entre el punto de origen y el de destino.
Aquí llega el problema: el actual envase del Big Mac es incómodo, poco práctico para comer en el coche e, incluso, puede llegar a ser fuente de distracciones al volante, en caso de tener que buscar los productos dentro de la bolsa. Por ello, el rediseño de Stoll contempla la posibilidad de doblar la bolsa en forma de ‘V’ para poder llevarla entre las piernas mientras conducimos y poder así ir comiendo centrando toda la atención en la carretera.

Su función principal es la de hacer la vida más cómoda al cliente de McDonald’s pero no por ello se iba a descuidar su diseño. Fabricado con material natural reciclado, imita a la actual bolsa de papel del Big Mac aunque con un toque más glamuroso, gracias al estampado de lunares en los que aparece serigrafiada la M símbolo de la cadena norteamericana.

A pesar de que la idea pueda parecer realmente buena, no es más que eso: una idea. McDonald’s no ha hecho ni el amago por comprar el diseño y el proyecto de Stoll, que surgió de bocetos como el que vemos en la imagen que aparece bajo estas líneas, sigue siendo algo ficticio, para disgusto de los más refinados hamburgueseros pero también para aquellos que ven como un engorro el comerse un Big Mac mientras se camina o se conduce.

McDonald’s empezó a comercializar la hamburguesa Big Mac en 1968. Esta hamburguesa había sido creada por el propietario de una franquicia de McDonald’s en Uniontown (Pennsylvania), Jim Delligatti, cuya inspiración surgió de otra muy similar denominada la Big Boy, que servía un restaurante de nombre homónimo desde el año 1936. La Big Mac gustó tanto que enseguida comenzó a extenderse por todo Estados Unidos con el añadido de una rebanada de pan más en medio.
Ochenta años han pasado ya desde su primera aparición y hasta 2003 mantuvo la caja de poliestireno que fue sustituida por una de cartón, pero siempre con la bolsa de papel como recubrimiento del menú completo. Varias han sido las personas que han intentado llamar la atención de McDonald’s sobre este problema –como la propuesta de este londinense de 21 años– y todas han caído en saco roto. Ahora, tras el éxito en la red del diseño de esta joven estadounidense, quizás es hora de replantearse un cambio de look para el producto estrella del fast food.